Santa Madre Maravillas fue beatificada por el Papa Juan Pablo II el día 10 de mayo de 1998 y es una de las grandes místicas de nuestro tiempo. Vivió una maravillosa experiencia de su unión con Dios. La capacidad de contagiar el amor de Dios le provenía de su unión con Él y de su gran capacidad y disposición para la oración. Durante toda su vida se entregó amorosamente al cumplimiento de la voluntad de Dios, y en la última etapa, ofreciendo su enfermedad y dando testimonio: “Lo que Dios quiera, como Dios quiera, cuando Dios quiera”, solía repetir a sus hijas. Amó y vivió la pobreza y humildad heroicamente, infundiendo este espíritu en sus hermanas carmelitas.