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Sabado 11 de Mayo de 2024
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Por Miguel Grinberg

Promueven el uso del biodigestor que convierte a la basura en energía

La Fundación Proteger de Santa Fe realizará un curso sobre construcción de biodigestores en Cerrito, Entre Ríos, donde funciona el primer biodigestor del país que sirve para calefaccionar y generar electricidad.
Ubicada a 70 kilómetros de la ciudad de Santa Fe y no lejana a la costa del río Paraná, Cerrito es una pequeña ciudad donde la municipalidad construyó su primer biodigestor con la asistencia técnica de esa entidad ambientalista y mediante un convenio firmado con la Universidad Nacional del Litoral (UNL).

En Santa Fe y otras localidades del país, varias instituciones utilizan biodigestores para obtener gas natural y hacer funcionar cocinas, termotanques y calefones, aprovechando una tecnología ampliamente difundida en India y China, y que en algunas ciudades de Europa se utiliza a escala y como método para resolver el problema de la basura doméstica.

Estos cursos presenciales sobre "Aprovechamiento de Residuos Sólidos con Producción de Biogás y Abono Orgánico", convocan desde 2005 a interesados de todo el país y de otros países de la región, como Bolivia, Chile y Uruguay.

En el ciclo 2011 organizado por la ONG Proteger, con el auspicio de UNL, las clases teóricas y las actividades prácticas que comenzarán el 4 de junio tendrán lugar en Cerrito con apoyo municipal, aprovechando el exitoso funcionamiento del biodigestor local.

Los cursos serán dictados por el ingeniero químico Leonardo Genero, con la colaboración de los estudiantes avanzados de ingeniería química de la UNL, Alejandro González Pilsel y María Ximena Díaz, quienes integran el Grupo de Tecnología Socialmente Apropiada (GTSA) de la Fundación Proteger.

Genero resaltó que "aquellas personas que aún no conocen una instalación, podrán resolver en forma práctica la construcción de sus propios biodigestores mediante una capacitación teórica y práctica, ya que el nivel del curso está adaptado principalmente para quienes se inician en este tema", como agentes municipales, representantes de ONGs y docentes.

El biodigestor, que convierte en energía la basura orgánica y eventualmente el estiércol, consiste en una cámara de hormigón o de plástico reforzado con fibra de vidrio, a la cual se incorporan bacterias anaerobias, que proliferan en ausencia de oxígeno.

La instalación en Cerrito, que en principio fue realizada para transformar residuos orgánicos, a fin de producir biogás y utilizarlo en los artefactos de calefacción y cocina del alojamiento municipal, incorporó posteriormente la generación eléctrica a partir del biogás obtenido.

Anexo al biodigestor ubicado en la ex estación del ferrocarril Urquiza se instaló un motogenerador monofásico de 5 kw, con un motor adaptado para funcionar con biogás como combustible.

Así, el emprendimiento de Cerrito se convirtió en un puntal para demostrar los diferentes usos del biogás, tanto para calefaccionar como para generar energía eléctrica.

El ingeniero Eduardo Groppelli, miembro del Grupo de Energía No Convencional de la Facultad de Ingeniería Química de la UNL, explicó que "las bacterias anaerobias, al alimentarse con la materia orgánica para poder subsistir, generan un gas metano biológico que no genera emisiones de efecto invernadero".

Entre los objetivos del curso-taller se incluye la consideración de alternativas constructivas para los biodigestores, utilizando mano de obra local y tecnología socialmente apropiada para su construcción, y la puesta en marcha, operación, control y mantenimiento.

Otros aspectos a desarrollar durante la capacitación, incluirán el proceso de diseño, los cálculos para dimensionar una instalación a escala familiar rural y para emprendimientos agropecuarios, los tipos de residuos orgánicos aprovechables, y los consumos de biogás para diferentes artefactos domésticos, El curso enfocará además la bioquímica del ciclo anaeróbico de la naturaleza para la transformación de la materia orgánica, con producción de biogás y la obtención de abono orgánico para huertas y frutales, y como mejorador de suelos contribuyendo a mantener su estructura y su fertilidad.

El libro "El camino de la Biodigestión", de Eduardo Groppelli y Orlando Giampaoli (Ediciones Proteger/UNL) da cuenta de este desarrollo y destaca que "acabamos de entrar en el siglo de la escasez. Los que despilfarran irresponsablemente no podrán hacerlo por mucho más tiempo, como no podrán aferrarse a los actuales estilos de hiperconsumo insostenible." "El camino hacia la sustentabilidad se construye hoy en pequeños pueblos y ciudades, donde el horizonte todavía es visible.

Donde todavía se conserva la cultura del trabajo, del amor propio, del respeto hacia el ambiente común, del valor de lo que producimos con nuestras propias manos", escriben los autores.

*Periodista especializado en Medio Ambiente.


Fuente: Télam


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