Los animales fueron traídos desde Laguna Blanca, y su carne fue comercializada en restaurantes de la ciudad obteniendo resultados positivos en cuanto a la aceptación de platos especialmente preparados. Las instalaciones del frigorífico están perfectamente adaptadas para la conservación de estas carnes y el personal especialmente capacitado. Los veterinarios del establecimiento se encargaron de la inspección veterinaria de las llamas y se aprovechó la oportunidad para que profesionales de la facultad de Ciencias de la Salud realice estudios de investigación.
La intención es que un futuro cercano, el consumo de carne de camélidos sea una opción, sustentada en el desarrollo local, que compita con las de mayor consumo.