A pesar del calor y del cansancio, sus ojos sólo reflejaban amor y devoción. Niños de 13 y 10 años, junto a su abuela manifestaron la alegría de llegar y poder cumplir la promesa a la Morena Virgen del Valle. Poder llegar a verla hace que todo esfuerzo valga la pena.
Los peregrinos agradecieron a todos los que, a lo largo del camino, aliviaron su peregrinar con un vaso de agua, una comida caliente, o la generosa hospitalidad. “En todos los lugares nos han recibido muy bien”, expresó una mujer que desde hace 9 años viene a las fiestas de la Inmaculada del Valle, junto a su hijo.