A partir de Semana Santa, los turistas que arriben a Catamarca, o cualquier ciudadano catamarqueño que tenga deseos de hacer otra mirada a su ciudad, podrá hacer en la modalidad de visita guiada el circuito turístico creado por el Instituto de Turismo del Municipio denominado “Caravati”.
El mismo, incluye un recorrido por los edificios más emblemáticos de nuestra capital, partiendo desde el histórico paseo “ La Alameda”, Casa de Gobierno, Catedral Basílica, la antigua “Escuela Galíndez”, (hoy Biblioteca Julio Herrera,) Capilla y Colegio del Carmen, etc.
Los interesados pueden contratar este servicio, -que será vendido con un almuerzo especial en restoranes de la ciudad- en las agencias del viaje.
Vale recordar que en la segunda mitad del siglo XIX, Catamarca ve cambiar sustancialmente su paisaje urbano por la incorporación de servicios y obras arquitectónicas de envergadura que perduran hasta la actualidad. Uno de los artífices de estos cambios fue Caravati, que se casa con una catamarqueña y se queda definitivamente en nuestra ciudad.
Coincidió en esa época de oro de la provincia, la visión de los gobernantes del momento, el deseo de progreso, el desarrollo cultural de Catamarca y la calidad de sus líderes políticos, con la llegada de cultos extranjeros de origen italiano. El arquitecto Luis Caravati llega a Catamarca en 1857 desde Milán, junto con su hermano Guillermo y el albañil Zanatta.
Caravati traía consigo los conocimientos aprendidos en la la Academia de Arquitectura de Brera y los aplica en su tierra de adopción, en la que muere después de hacer su última obra: el Seminario Conciliar.
Caravati, que trabajo siempre con su hermano, fue un verdadero maestro, que formó expertos albañiles, artesanos y renombrados profesionales en el arte de construir como Adonai Spreáfico, Domingo Offredi y varios otros que trabajaron en grandes obras tanto de la ciudad como del interior de la provincia. En esta visita se recrea la obra de Caravati y la importante impronta que deja como marca perenne de una época en Catamarca.
LAS SIETE MARAVILLAS CATAMARQUEÑAS
A tono con una propuesta internacional que intenta reformular ”Las 7 maravillas del mundo”, el Instituto Municipal de Turismo lanza en este temporada el juego Las 7 Maravillas concentrando la propuesta en nuestra Capital de Montaña. y el Valle Central.
El objetivo va mas allá de instalar un entretenimiento para turistas y locales, lo que no deja de ser importante en este rubro, apunta a crear conciencia turística en la población y a promover nuevas y atentas miradas a hacia nuestro patrimonio histórico, arquitectónico, social y artístico, además del paisajístico y ambiental. Apunta a que hagamos un re-conocimiento de nuestro capital simbólico para respetarlo y cuidarlo en consecuencia.
Intenta también probarnos como anfitriones, probar la capacidad de la ciudad y sus empresas de atender correctamente al turista respondiendo a la demanda de servicios.
Si bien el juego hace un especial enfoque a niños, adolescentes y jóvenes, su participación no pone limites de edad.
En cuanto a los premios, revisten categorías colectivas para escuelas y hay otros de carácter individual.
Está previsto que los cupones sean repartidos por el personal de los hoteles, en las agencias de viaje, en los bares y restaurantes de nuestra ciudad y alrededores.
Concretamente, la participación consistirá en leer atentamente las Bases y Condiciones del Juego. Completar el cupón con los datos correspondientes según su categoría; Identificar las 7 maravillas, según las consignas establecidas en los 7 mandatos del juego y depositar el cupón en las urnas habilitadas para tal fin en el centro de Cultura y Turismo de calle Republica.
DOS PROPUESTAS, UN PATRIMONIO
Las dos propuestas de turismo de la ciudad, ponen en juego el patrimonio urbano de San Fernando del Valle de Catamarca y nuestro capital simbólico.
Crear conciencia turística es, antes que nada tomar conciencia de su patrimonio urbano, es conocer su historia, las circunstancias que rodearon a quienes lo construyeron, es aprender a mirarlos.
La invitación es entonces, descubrirlos para llenarlos de sentidos nuevos y protegerlos, en el contexto de su propio paisaje.
Solo de esta manera podremos ser en el futuro verdaderos anfitriones de nuestra ciudad.