Con el correr de las horas, el agua nieve comenzó a convertirse en copos y las calles, plazas, y techos se cubrieron de blanco. Fue una fiesta, un espectáculo que no se vivía en Capital desde 1918.
El fenómeno tuvo una explicación más allá del frío.
Según indicaron en aquel momento en el Servicio Meteorológico Nacional, “se originó en la irrupción de aire polar en los niveles medios de la atmósfera y a la baja temperatura existente en la superficie, lo que impidió que los copos de disolvieran al acercarse a la tierra".
En todos los barrios porteños y del Conurbano festejaron la llegada de la nieve.
Bocinazos, cantos, guerra de nieve, muñecos por doquier, formaron parte de esos festejos y de las postales inolvidables que recorrieron el mundo, porque la prensa internacional dedicó grandes titulares a la “Buenos Aires nevada”.
Era tal la euforia, que algunos hasta se atrevieron a sacar sus tablas de snowboard, tal vez de manera exajerada.
Aquel 9 de julio de 2007, en la ciudad de Buenos Aires la temperatura más baja fue de 1,4 grados con una sensación térmica de 3 grados bajo cero en horas de la mañana, mientras que en algunas zonas del conurbano la acción del viento originó marcas aún menores.
Este fenómeno se repitió en el norte de la Provincia, en Pergamino, Baradero, Junín, Zárate y San Nicolás.
La nevada más intensa que cayó sobre Buenos Aires se registró en junio de 1918, cuando se acumuló en las calles y en las copas de los árboles, y en 1928 y 1967 hubo fenómenos similares, pero en forma de aguanieve o nevisca. (Telam)