“Empecé a ver que toda la gente salía a la calle” describe, “pararon los trenes y los subtes, los principales medios de transporte pero nunca perdieron su idiosincracia. Iban tranquilos por la calle”.
La joven argentina se sorprende del accionar de los nipones en medio de la peor catástrofe. El sismo que sacudió el noreste de Japón tuvo una magnitud de 8,9 grados en la escala abierta de Richter, siendo el mayor en la historia del país asiático. Tras el terremoto, un violento tsunami arrasó la zona costera, y se generó una alerta nuclear por las centrales afectadas en Fukushima.
“La gente siempre se muestra dispuesta a ayudar. Si no sabés hablar inglés te dicen que esperes y llaman a alguien que viene de otro lado. La persona que vino a asistirnos nos pidió disculpas por el terremoto... Para ellos el servicio y la ayuda es algo natural. Caminábamos como chicos de colegio. Todos en orden. Sin problemas”, detalló.
Mariana estaba en un lugar alejado del centro de Tokio: “Caminamos cuatro horas hasta el hotel. No teníamos Internet ni luz pero nos comunicamos con nuestras familias que estaban preocupados. Quisimos volvernos antes pero era imposible. Todos querían volverse. Mi pareja tiene entrenamiento en supervivencia por lo que nos preparamos para eso. Estuvimos desde el 11 de marzo hasta el 15 que fue la explosión de la segunda plata estuvimos en Tokio. Era estresante, no sabíamos lo que iba a pasar después”.
A diez días del terremoto y tsunami, la cifra oficial de muertos no para de aumentar mientras que persiste el temor por las consecuencias que pueda traer el daño a la central nuclear de Fukushima. (26 Noticias)