Durante su homilía, Mons. Urbanč agradeció a Dios la posibilidad de compartir sus 50 años de vida junto a sacerdotes y feligreses de la zona santacruceña; y remarcó la coincidencia de aniversarios con Mons. Miani, quien celebrará en este año su medio siglo de consagración sacerdotal. En la ocasión recordó a sus padres, Luis y Ana, quienes fueron instrumento de Dios.
En su predicación destacó el valor de la vida y “la dicha de comprender la grandeza del amor de Dios y de sus designios”. “Aunque el existir tenga sus dificultades -dijo-, lo maravilloso es valorar la existencia, como peregrinos en el mundo”, porque “todo es gracia, y lo importante es que detrás de nuestra existencia está la existencia de Dios, que es el sostén de nuestra vida”. En otro tramo, tomando el texto de la Carta a los Corintios, señaló que “somos una vasija de barro que contiene un tesoro de barro, y ese tesoro es Dios; mientras la vasija se va quebrando, va apareciendo el tesoro, que es Dios”.
“Creí y por eso hablé. Yo creo y pido que recen para que siga creyendo. Quizás no lo pueda hacer bien, pero el Señor obra a través de su Espíritu”, apuntó.
Agasajo
Finalizada la celebración eucarística, el Obispo recibió el afectuoso saludo de los fieles congregados en el lugar, y luego fue agasajado con un almuerzo ofrecido en el club de esa humilde localidad de Valle Viejo.
El presidente del club social y deportivo de Santa Cruz, Angel Domingo Olivera, le hizo entrega de un pergamino, y fue Emilio Vázquez, habitante de la zona, el encargado de amenizar el encuentro con la interpretación de varias canciones, entre las cuales se destacó la que hace una semblanza de Anita, la hermana del padre Pedraza, cuya labor apostólica fue incansable en esa tierra.
