Los habitantes, todos ellos de condición muy humilde, intentaban construir terraplenes para contener el avance del río, asistidos por los Bomberos y Defensa Civil, pero la fuerza de su caudal y los pocos elementos con los que contaban, hacían que el agua se filtrara y avanzara hacia las viviendas.
Icare, al declarar el estado de emergencia, solicitó urgente ayuda tanto de la provincia de Río Negro como de la Nación para asistir a los evacuados, tanto con alimentos como con abrigo, poder reconstruir sus viviendas, muchas de ellas arrasadas por el agua y el envío de máquinas retroexcavadoras.