Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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Butes: el disidente de la tribu

En "Butes", el ensayista, músico y novelista francés Pascal Quignard recrea la leyenda del único disidente que de regreso a Itaca junto a Ulises, decide abandonarse al canto de las sirenas ignorando los efectos hipnóticos que producen esos seres mitad pez mitad mujer.
El libro, publicado por la casa Sexto Piso, es otra muestra de la gracia y la erudición de este hombre, considerado autista de pequeño, que abandonó la música y la edición en Gallimard para dedicarse sólo a la escritura de textos inclasificables.

Butes es un argonauta más, rema y rema en la balsa que los devolverá a Itaca. Pero en ese mar se cruzan con "la isla de los pájaros con cabeza de mujer que en griego se llaman sirenas".

Las voces femeninas hipnotizan a los hombres, que empiezan a dejar los remos. Entonces, Orfeo sube al puente del navío con la cítara para ejecutar un contra-canto. Y Ulises hace que Eurícolo y Perímedes aten sus manos y pies a un mástil para resistir a la tentación.

Quignard cuenta que Orfeo se empeña y logra que la balsa retome su ruta… con uno menos: Butes, que se tira al mar y nada desesperado hacia la isla; su "corazón arde por escuchar", escribe Apolonio.

Pero a punto de pisar la tierra y morir, Cipris lo arranca de las olas; Butes vuela en sus brazos, la penetra en el aire. Y Cipris, a la altura de Sicilia, lo suelta. Y pare a Erice, del esperma de su partenaire capturado y desechado.

Practicante del budismo zen, Quignard abandonó su puesto de editor jefe en la editorial Gallimard para dedicarse a sus intereses; como un anacoreta, vive en una cabaña, en un bosque no muy lejos de París; también abandonó el cello y resguarda su identidad social en la escritura y el silencio.

Butes representa la disidencia, el asocial (no el individualista hipermoderno); es el hombre arrojado al mundo, a la intemperie, a la música antes del lenguaje musical, "el impulso de Butes hacia la animalidad anterior".

¿Anterior a qué? Al orden civil, a la religión del consenso, a la cortesía de la distancia, a la prudencia y a los imperativos de la vida atmosférica. "Vida de larva -casi un pez- y vida mariposa -casi un pájaro. Casi un pez, casi un pájaro: éstas son también las figuras de Butes y de las sirenas".

Butes ¿se tira al mar para escuchar la verdad? Algunos críticos piensan que el interés de Quignard por el personaje que da nombre al libro está relacionado también con la idea de anulación del ego, propia de su biografía.

El libro no cuenta otra cosa; cruce de ensayo, narrativa, poesía y anotaciones al paso, su hipótesis central podría decirse que está cifrada en un sintagma: "Allí donde el pensamiento tiene miedo, la música piensa". Pero ¿qué piensa la música?

La música en la que piensa Quignard es en la que emiten los pájaros, en Olivier Messiaen, Franz Schubert y Joseph Haydn. Y en el rocío que produce el mar de la música intrauterina. "Como dicen los japoneses en forma de proverbio: muko mukashi. El agua viene del antaño".

"El pensamiento de Apolonio es claro", escribe Quignard. Y es la causa que decide el deseo de Butes. Existen dos músicas: una de perdición; la otra, órfica, uniforme, articulada, es "la que ordena el regreso".

Sus oficiantes tienen miedo del mar, de perderse, de abandonar el grupo, de faltar al reconocimiento. Entonces, ¿por qué el personaje muere ahogado? "Porque no provenimos de lo seco (…) La vida que llevamos es como una tierra extranjera".

Schubert, días antes de morir, visita la tumba de Haydn. "¿Por qué la música es capaz de ir al fondo del dolor?", como si se dijera: al fondo del mar. Porque ahí habita. Porque "el canto de la lengua articulada se zambulle en el duelo de la pérdida", como Butes en Sicilia.

Fuente: Télam

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