Conocedores de la legislación sobre estupefacientes y del régimen de inimputabilidad que existe en la Argentina, la nueva opción de los dealers es contactar a adolescentes que son adictos para que se encarguen de llevar la sustancia prohibida a los compradores.
A cambio de alguna dosis para ellos y con una paga que es insignificante para los distribuidores, se aseguran que la mercancía llegue a destino, porque son relativamente difíciles de detectar los chicos que participan en estas actividades ilegales.
En caso de que fueran interceptados por la Policía, llevan unos pocos bagullos de marihuana o gramos de cocaína, con lo que pueden argumentar que se trata de sustancias para su consumo personal.
A eso, se suma que al ser menores de 16 años, los funcionarios judiciales están obligados a entregarlos a sus padres o tutores, sin que se abra un proceso penal en contra de los apresados.
Este fenómeno lo vienen comprobando los agentes que trabajan en la lucha contra la drogodependencia y el tráfico de estupefacientes, tanto de la Policía provincial como de la Federal, según confiaron fuentes de ambas reparticiones a EL LIBERAL.
Además, se multiplicaron la cantidad de pequeños distribuidores barriales por dos razones. Una porque creció la cantidad de consumidores, que se inician a edad cada vez más temprana. Otra, porque en caso de ser aprehendidos por los investigadores en la calle con poca cantidad de droga, lograrán su excarcelación de forma segura y casi inmediata.
En el tiempo quedaron las viviendas donde los adictos concurrían para proveerse de la droga, pues esa actividad los delataba. Ahora, los dealers optan por salir ellos con pocas dosis o encomendarles la entrega a terceros de su confianza.
Un ejemplo de esta nueva práctica se descubrió hace dos semanas, cuando personal de la Dirección de Drogas Peligrosas sorprendieron a dos sujetos con droga en el parque Aguirre. El mayor apenas tenía unos gramos de marihuana, mientras que el adolescente de 15 años portaba una cantidad significativa de cocaína.
Otro caso que sorprendió a los pesquisas se produjo en noviembre del año pasado en el barrio La Católica. Una verdulería era la pantalla de la real actividad de sus propietarios, que era la distribución de drogas. Pero eso no era todo, porque utilizaban una silla de ruedas -en la que se encontraba una mujer de 89 años discapacitada- para trasladar la droga hasta los domicilios de los clientes adictos.
Fuente: elliberaldiario.com.ar