Se trata de "un reconocimiento muy importante porque viene de un sector decisivo -explica-, los libreros son los intermediarios entre las editoriales y el público, una suerte de intérprete de la voluntad de los lectores".
Con esta convicción y ante un escenario donde el acceso a las librerías por parte de los sellos independientes y pequeños se torna complicado, decidieron crear su propia distribuidora en 2010.
"La distribución es básicamente información clave -dónde, cuándo y qué títulos presentar, repasa Esteras-, somos una suerte de editores emprendedores, una estrategia para nosotros valiosa porque aumenta la eficiencia del sello".
Un concepción holística, un poco "obligados por los escasos recursos y márgenes de rentabilidad del mercado de la cultura, que nos llevó a poner la creatividad en el catálogo y el diseño del libro, así como en la administración y gestión del proyecto", reflexiona Esteras, y otro tanto por gusto y el desafío en sí.
"Creo que sentimos saludable y divertido tratar de hacer viables lo que nos gusta, hay cierto placer en este aprendizaje y algo un poco aventurero que nos llevó a tomar esta forma de editores gestores", dice Esteras y lo grafica así: "El editor está obligado a estar donde se lo piden sus libros, pero el distribuidor va a tener que moverse por dónde se lo pidan los libreros".
Caja Negra Editora fue creada en 2006 por estos dos estudiantes de filosofía y letras con la idea de "hacer que los libros que nos interesaban existieran", reseña por su parte Fanego.
"Fue con el tiempo que empezamos a proponer conexiones entre distintos libros y tradiciones" y así se construyó un catálogo capaz de reunir el racionalismo del siglo XVII de Baruch de Spinoza, con el post punk furioso de Joy Division, el beat de William Burroughs o las soluciones imaginarias de la Patafísica.
"El vínculo con el lector es empático, sentimos que ven el catálogo y entienden que a los editores nos gusta esto que hacemos, que consumimos la cultura del mismo modo", retoma Esteras, de manera hedonista, azarosa, caótica y fragmentaria, haciendo recortes caprichosos.
"Hay algo en el comportamiento lector que no estaba maximizado y desde Caja Negra transitamos por la cultura empatizando con ese comportamiento, en el sentido de que descontextualizamos para recontextualizar, abstraemos un contenido de su origen y lo volcamos y vinculamos con otros para dar otros sentidos -aporta Fanego-, eso buscamos en el catálogo".
Para Esteras, "algo del ritmo de la cultura digital es parte de nuestro trabajo si bien funcionamos de manera artesanal, si bien defendiendo el valor del libro en papel y las dimensiones de sentido que concentra, así como la librería como espacio de tránsito e información".
Fuente: Télam