Según recuerda Suárez tuvieron inconvenientes para instalarse en la plaza ya que era una zona complicada, se podía ver casos de prostitución y no contaba con suficiente iluminación. Poco a poco este grupo de artesanos desocupados se organizaron y “eliminaron” esta práctica no aceptada.
Su trabajo los dignifica y les da la posibilidad de generar vínculos especiales advierte Suárez, quien es uno de los principales referentes que contagia a los demás con sus ganas de progresar y de “pelearle a la vida”.
Por estos días se los puede encontrar en la fiesta del Poncho, más precisamente en la carpa “Achalay Poncho para todos”, donde se ofrece además de artesanías, confituras, y manualidades, un espacio especial con gente que sabe de lucha.