Algo así como situándose en lo trascendente, todo lo otro, que no lo es, también se da por añadidura. La mente entiende esto.
Hay que trabajarlo desde el silencio interior. A su vez, ese estado genera dicha. La dicha es una expresión sublime que hace que la personalidad se vaya yendo a su justo lugar, sin expresarse caprichosamente todo el tiempo.
La verdad empieza a expresarse en forma gozosa y fácil. No hay nada que forzar. Por eso, todos esos trabajos energéticos no son necesarios. Todo, especialmente la comprensión de los fenómenos espirituales, que tiene que ser manejado con autocontrol, sin caer en comportamientos adictivos, que se tornan psicóticos y desembocan en los delirios, y el fanatismo espiritual. Lo único que necesitas es amor incondicional.
Si sientes amor incondicional, todos los chacras se abren.
Fuente: espiritualidaddiaria.infobae.com