El suplemento planteó "el tema de una fisura sorprendente y repleta de provocaciones teóricas en el andamiaje retórico del peronismo de la época porque combinó la cultura consagrada y la popular", afirmó Horacio González, director de la Biblioteca Nacional -editora del trabajo- en definiciones que dejaron en claro el correlato político de la época.
Y agregó que este suplemento resultó ser "la experiencia cultural más alta desde el punto de vista de una incorporación completa y heterogénea de todas las corrientes de la inquietud cultural de ese momento".
El diario, según documentos de esos años hallados por los autores, recibió severas críticas de los gremios por su línea editorial, que preanunciaban la confiscación del periódico realizada por la Ley 14.021 emitida por el Parlamento argentino, que declaró "de utilidad pública y sujetos a expropiación todos los bienes que constituyen el activo de la sociedad colectiva La Prensa".
El sindicato de Luz y Fuerza, en su publicación ´100 años contra el país´, de 1971, recordó el apoyo del matutino al golpe contra Hipólito Yrigoyen.
Rein y Panella también rescataron el trabajo de César Díaz presentado en el décimo Congreso Nacional y Regional de Historia Argentina, quien reiteró que el periódico apoyó el golpe militar contra el presidente radical, en su trabajo titulado ´El diario La Prensa: actor político gravitante en el golpe del ´30´.
Bajo estas circunstancias, y luego de intensos debates parlamentarios, y el resultado adverso del informe de la Comisión Mixta creada para emitir un dictamen, ambas cámaras sancionaron la ley que expropió el matutino que fue entregado, como una experiencia inédita, a la Confederación General del Trabajo, la CGT.
El suplemento cultural fue asignado, en su dirección, a César Tiempo (el alias de Israel Zeitlin), quien construyó se nutrió de colaboradores de la talla de Leopoldo Marechal, José María Castiñeira de Dios, Arturo Jauretche, Fermín Chávez, Cátulo Castillo, Jorge Abelardo Ramos y Julia Prilutzky Farny.
´Cultura para todos…´ definen esta experiencia cegetista -acaecida entre 1951 y 1955- como una época en la el peronismo irrumpió en este ámbito a pesar del rechazo del ´establishment cultural´ de la época liderado, entre otros, por Jorge Luis Borges, Victoria Ocampo y Ezequiel Martínez Estrada.
Y tampoco fue casualidad que la dirección haya recaído en César Tiempo, que al igual que colaboradores como Elías Castelnuovo y Nicolás Olivari, pertenecieron al grupo literario de Boedo, que consideraba que la literatura debía incorporar la función social en el fin de sus textos.
"Estos y otros intelectuales estaban marginados de revistas literarias consagradas como Sur o los suplementos culturales de los grandes diarios", afirmó Rein a Télam, y agregó que "por eso buscaron crear sus propios espacios".
Desde su perspectiva el suplemento "abrió las puertas a nuevas voces y a las que estaban en los márgenes de la escena cultural".
Tiempo le incorporó, a diferencia de los ya clásicos que circulaban, ductilidad para agregar a las notas típicas comentarios y reportajes sobre tango, deportes, pintura, cuentos infantiles, fotografía, ciencia, tecnología y moda. "Le dio una visión más amplia de lo que significó la cultura en la segunda mitad del siglo XX", advirtió Rein.
Al respecto, el autor rescató una anécdota de cómo lograron obtener textos de Pablo Neruda para el suplemento: "Tiempo viajó con Perón a Chile en 1953, y visitó a Neruda, quien le pidió entrevistarse con el general. Gracias a sus gestiones lo logró, y a cambio el poeta chileno le entregó los poemas de ´Odas elementales´ para publicar "que levantaron una polvareda bárbara".
Otros investigadores, cuyas notas aparecen compiladas en el libro, estudiaron si el suplemento era "literatura peronista o tomaba al peronismo como tema literario".
Al respecto, Guillermo Pilía, Laura Molina y Eugenia Pascual coincidieron en afirmar que "la literatura peronista está circunscripta a la década 1945-1955, mientras que el peronismo como tema literario trascendió esas fechas y llegó hasta nuestros días. Los escritores peronistas de ese momento se volcaron a reflejar la Década Infame por oposición a la transformación social que se había producido en la década justicialista".
"La importancia del peronismo en la literatura argentina tiene un peso proporcional a su importancia política", recuerdan los autores en su investigación.
"El peronismo, sin derramar sangre, provocó una transformación social tan rápida y profunda en la sociedad que no podía generar nada menos que amores y odios, y es de amores y odios que se nutre, en gran parte, la literatura", apuntaron en el libro.
Panella y Rein coincidieron en afirmar, sobre esta experiencia particular, que "esencialmente democrático, aunque con algunos modos de actuar irritativos, el peronismo irrumpió provocando el rechazo del establishment cultural".
Tras la caída de Perón, en 1955, el 5 de diciembre de ese año se distribuyó la última edición del periódico que reapareció ya en manos de sus dueños originales, el 3 de febrero de 1956, en pleno auge de la mal llamada Revolución Libertadora.
Fuente: Télam
