Hubo muestras de dolor por parte de familiares, amigos, hermanos sacerdotes y fieles en general, que se congregaron en gran cantidad en el templo.
Antes de la bendición final, la señora Teresita Varela, en representación de toda la comunidad, reseñó la personalidad y la labor del Padre Marcelino expresando: “Andalgalá te vio nacer con un aroma a flor del aire y una luna sin igual. Tú fuerte era el estudio; sentías el llamado de Dios y con sacrificio y gozo te consagraste al Señor. De pueblo en pueblo allí llegaste predicando las enseñanzas del Creador. De la Gruta de la Virgen fuiste celoso guardián, tendiendo tu mano a los que llegaban a rezar”.
Respecto al empuje que dio a la parroquia de Villa Cubas, no sólo en la parte espiritual sino a las mejoras en el edificio, dijo: “Con mucho amor has hecho semejante arreglo en nuestra parroquia Sagrada Familia. Una parroquia que hoy es un orgullo”.
Con referencia a la preocupación por los más necesitados comentó: “No querías, Padre Marcelino, ningún niño sufriente, como adolescentes que deambulen por las calles. Todos gozaban de su protección haciéndolos sentir útiles, como hijos de Dios; siempre velaste por los pobres sin mañana, por los que no tenían trabajo”.
“Hoy, en toda la comunidad de Villa Cubas y del barrio Achachay faltará una parte de nuestra vida, porque ya está al lado de Dios. Lo buscaremos en cada rincón, en nuestras mentes, porque no nos cabe el dolor. Los ángeles lo esperan jubilosos junto al Señor, llevándole como ofrenda su bondadoso corazón”.
Por su parte, el Pbro. Angel Nieva, en representación del Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, quien se encontraba realizando tareas pastorales en el Oeste de la Diócesis, y del clero local, recordó a su hermano en el sacerdocio, con quien habían recibido juntos el Orden Sagrado. Consideró una gracia que haya sido él quien le administrara el Sacramento de la Extremaunción, antes de que falleciera. También mencionó la comunicación telefónica que mantuvo con el Arzobispo de Salta, Mons. Mario Cargnello, quien hizo llegar sus condolencias por esta sentida pérdida para la Iglesia en Catamarca.
Finalizado el oficio religioso, los restos mortales del Padre Marcelino fueron trasladados a Andalgalá, su ciudad natal, donde fueron recibidos por el Obispo Diocesano, Mons. Luis Urbanc, quien llegó a La Perla del Oeste, proveniente de comunidades alejadas de Belén, para presidir la misa de cuerpo presente y darle cristiana sepultura junto a toda la comunidad.
El Padre Ocampo tenía 57 años de edad y había sido ordenado sacerdote el 15 de diciembre de 1979.
Fue como Secretario Canciller durante el episcopado de Mons. Pedro Alfonso Torres Farías.
Luego de haber desarrollado una amplia laboral pastoral en distintos puntos de la Diócesis local, y de trabajar intensamente con los laicos, especialmente con los jóvenes, siendo asesor del Movimiento Juvenil Palestra; sus últimos años los dedicó a la comunidad parroquial de la Sagrada Familia.
Fue un fiel servidor de Jesús desde su consagración total al servicio de la Iglesia de Catamarca, que llora su partida.
