Catamarca
Sabado 27 de Abril de 2024
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Diez años de "puente" entre productores y consumidores de la economía solidaria

Lograr que los productos realizados por artesanos, movimientos sociales, organizaciones campesinas, cooperativas y fábricas recuperadas lleguen a los consumidores es el objetivo de Puente del Sur.
Es una distribuidora que cumple diez años cubriendo un trabajo clave para la economía solidaria: la comercialización.

"Todos militábamos en diferentes organizaciones de desocupados y lo que veíamos era que la venta era una instancia en la que se trababa todo lo que veníamos trabajando desde la producción", detalló a Télam Carolina, una de las primeras integrantes de "la coope", como sus miembros llaman a Puente del Sur.

Y continuó: "Arrancamos llevando cosas cada uno a su casa y vendiendo a familiares, amigos y vecinos y lo hacíamos en forma solidaria. Hasta que en un momento pensamos por qué no organizar algo más formal, que se encargue de la comercialización y que a la vez se convierta en una propuesta de trabajo ya que muchos de nosotros estábamos sin laburo".

Como tantas otras, Puente del Sur (www.puentedelsurcoop.com.ar) nació luego de la crisis de 2001, cuando muchos se volcaron al trabajo autogestionado tras perder el empleo y, desde sus comienzos, tuvo la particularidad de cubrir este bache que se generaba entre productores y consumidores como consecuencia de transitar por circuitos no convencionales para la venta.

Para cubrir la comercialización de estos productos, los primeros integrantes de Puente armaron pequeños stocks en sus casas, mandaron mails a sus redes de conocidos y se sentaron literalmente a esperar que alguien llamara para hacer un pedido o enviara un correo electrónico.

"Recuerdo estar horas sin que haya novedades, pero la realidad es que necesitábamos trabajar así que insistimos.

Empezamos a hacer publicidad en medios alternativos, nos entrevistaron un par de veces en la radio de las Madres, nos presentábamos en charlas, ferias, festivales y tratábamos de sumar cada vez más productores", recordó Lili, quien se sumó a "la coope" en 2005.

Poco a poco la rueda comenzó a girar y de ese stock almacenado en un rinconcito de las casas, la cooperativa cuenta hoy con un amplio depósito en Ituzaingó donde almacena más de 250 tipos de productos.

Allí hay desde mermeladas y fideos hasta libros y revistas, pasando por muzzarelas, especias, productos de limpieza y otras tantas variantes con un común denominador: fueron producidas por trabajo solidario, en cooperativas, organizaciones campesinas, movimientos sociales o fábricas recuperadas.

"Más allá de generar trabajo este proyecto tiene que ver con que existe una realidad que pensamos que hay que cambiar porque la consideramos injusta y para ello creemos que uno solo no puede, por eso es necesario articular con otros movimientos. Con muchos de ellos tenemos ideas distintas, pero nos une el objetivo de cambiar las cosas, sobre todo en relación al trabajo", describió Carolina.

Pero para que la economía solidaria pueda ser una realidad no basta con que existan productores con relaciones de trabajo horizontales: se necesitan consumidores, y ahí es donde Puente trabaja haciendo el nexo.

"La palabra consumo está mal vista porque está asociada con el capitalismo, que nos impone el consumo como fin en sí mismo. Nosotros insistimos en que está bueno hacer el ejercicio, ante cada compra, de pensar qué hay detrás del producto, quién lo hizo, con qué sistema, qué cuidados tuvo del medio ambiente, cuánto ganó", repasó Liliana.

Cada mes, Puente del Sur escribe los primeros días un mail con el listado de productos para que cada persona o familia pueda realizar un pedido. En ese correo electrónico aprovechan para concientizar: "nuestro consumo puede servir como medio para que vivan mejor otras personas, para que se produzcan otras realidades territoriales y para un cambio social!".

Luego de recibir el mail los consumidores tiene unos días para enviar el pedido, que recibirán en su casa de acuerdo con el cronograma que de entrega que Puente establece según el barrio.

"Tenemos unos 400 ó 500 pedidos mensuales y de ellos un 15% es colectivo, es decir, que varias familias se juntan y hacen un pedido que entregamos en un domicilio que luego ellos reparten; y esto también es parte de la conciencia que se genera en los consumidores, porque nosotros llevamos a domicilio cualquier pedido que supere los $200, pero ellos mismos se agrupan para hacernos la tarea más sencilla", valoró Carolina.

Fuente: Télam

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