"Había leído el ´Santos Vega´ de Ascasubi, una gran novela en verso,y ´La refalosa´, poema de propaganda política sangriento, a la vez muy cómico. Cuando leí en su biografía que a los doce años se había embarcado como grumete en una fragata corsaria, me atrajo aún más".
A la par del protagonista -el grumete Hilario- descolla en la trama el capitán Yuan Das Botas: "Era el comandante del navío que atrapó la fragata en la que revistaba el grumete Ascasubi y lo adoptó. No quise investigar nada acerca de de este personaje, sino inventar mi Yuan Das Botas; una especie de Frankenstein armado con restos: recuerdos de capitanes que conocí y de personajes literarios, pesadillas".
Un personaje central de "Lejos del mar" es el lenguaje, un tono acorde con la época y la peripecia marina, la picaresca y la contienda; un lenguaje a ratos florido, nunca lineal, rico en alusiones sesgadas, imágenes poéticas, descripciones y logradas atmósferas.
"En toda novela que no se resigne a un narrativismo primario, el lenguaje es protagonista. Intenté inventar una lengua anacrónica y sin embargo no del todo extranjera. En tal sentido, los grandes modelos, inalcanzables son ´Zama´ de Di Benedetto, ´El Entenado´ de Saer y ´Semblantes de bestias´ de Goyeneche. Lenguajes que exploran y a la vez crean mundos, y crean lenguaje".
Resulta interesante, además, el modo en que Duizeide -autor además de la novela "Kanaka" y los cuentos de "Contra la corriente"- arma una trama central con pequeñas historias encastradas, procedimiento que, señala, está en sus novelas favoritas: "Don Quijote", "Moby Dick", "Las mil y una noches", "El Decamerón", "Cuentos de Canterbury".
Del mar como núcleo parten en "Lejos el mar" cavilaciones sobre distintos aspectos del dolor, el amor, la soledad, el destino. Duizeide parafrasea a Borges para responder que: "La historia completa de la literatura, quizás no sea más que la historia de la distinta modulación de algunas pocas metáforas. El mar como espejo del hombre es una de las más antiguas; una metáfora poderosísima".
Sobre ese mismo mar como medida de resistencia, como instancia límite de lo humano, dice Duizeide: "El mar es un exceso. Y ante el espejo del mar, ante lo insondable del mar, se asoma el hombre, también excesivo, insondable. Como dice una canción de Spinetta, ´un espejo que se mira en otro espejo´. De ese reenvío de luces, puede surgir la revelación".
Y respecto a ese mar como única posibilidad de suelo para quienes lo eligieron y sienten "inquina de tierra firme", afirma: "No existe un destierro más absoluto que el destierro en el mar. Vieja línea de fuga para los derrotados en la política, en la guerra, en el amor; para los desesperanzados. Yuan Das Botas es a su manera un exiliado. Lucha bajo pabellón del imperio lusitano pero ya no cree en él".
De ese Yuan Das Botas, confiesa el grumete Hilario, aprende todo, incluso a guiarse por la intuición: "Con el cartesianismo se puede navegar hasta cierto punto. Hay un momento en el que hasta la lógica naufraga en la furia del mar, pero si uno ha aprendido a escuchar ciertas voces, sabrá que debe ir por allí y no por allá, que el viento permitirá ceñir un poco más, o para qué lado hay aguas libres".
Una metafísica especial emerge de ese universo narrado con destreza por Duizeide, que a la vez le arranca esta reflexión: "Por más avances tecnológicos, el mar sigue siendo el mar; un desconocido implacable que nos fascina. Y la aventura externa e interna, como se sabe desde el mismo Odiseo, es incontable. Es lo más parecido a la experiencia mística. Y el intento de contarla es un desafío. Viajamos para contar, contamos para viajar".
En "Lejos del mar" sobresale la marca del erotismo, algo que el mismo escritor califica de "poco frecuente" en sus libros, aunque, agrega: "Prefiero que lo erótico aceche en el lenguaje más que en lo narrado. Me interesó también aprovechar en la ficción el atractivo que algunas mujeres sienten por los navegantes".
Sobre los toques de humor que destila la novela, explica que "el recurso a la picaresca contrapesa la vida de a bordo y es un modo de celebrar "obras queridas" como "La vida del Buscón"; y concluye: "También me parecía un formato atractivo para la iniciación terrestre del protagonista, así como la aventura piratesca fue el marco de su iniciación marina".
Fuente: Télam