El objetivo político del libro es liberar a los medios de "la inteligencia arcaica y corrupta" que los domina, en una clara apelación del autor a una utopía comunicacional, según la cual es posible una "inversión funcional de la difusión" para que deje de ser "una comunicación masiva centralizada unidireccional" y se convierta en "una conversación grupal bidireccional" entre personas iguales.
De esa manera, según Youngblood, "el modelo dominador de la jerarquía, la comunicación y el control sería reemplazado por el modelo cooperativo de la hetararquía, la conversación y la coherencia", una forma de construir socialmente una realidad donde pueda emerger un vasto espectro de voces autónomas con conversaciones plurales y bidireccionales cada vez más ricas y diversas.
El punto de partida del libro son los artículos publicados por Youngblood entre 1967 y 1970 en The Los Angeles Free Press, el más influyente de los periódicos underground que florecieron en Estados Unidos en aquella época, mientras que el término "cine expandido" fue acuñado en 1966 por el cineasta experimental y artista pionero de multimedios norteamericano Stan Van Der Beek.
Youngblood apela a una revolución cultural -basada en la liberación de la conciencia del hombre a través de ciertas drogas, como el LSD, y los avances de la tecnología- para que los medios masivos dejen de ser, según escribe, "la fuerza central a manera de control social que hoy conocemos como totalitarismo invertido, en el que la gente debe colaborar en su propia opresión".
El control de los medios "ocurre en las mentes y voluntades de los controlados. Dadas las condiciones culturales apropiadas, la gente podría cambiar sus mentes. Podrían comenzar a cultivar una voluntad radical", explica el autor, que ve en las nuevas tecnologías y su democratización "una oportunidad de cultivar la voluntad radical a una escala políticamente relevante".
Fuente: Télam