Luego dio inicio la procesión en honor al Inmaculado Corazón de María por las calles del casco céntrico, partiendo del templo parroquial ubicado en calle República entre Ayacucho y Caseros, cantando y meditando el Santo Rosario con la guía y reflexión del Cura Párroco, Pbro. Edelmiro Herlein. En el Año Diocesano de la Niñez y la Adolescencia, acompañó la imagen de la Virgen María, la del Divino Niño Alcalde, llevada en andas por los niños de la catequesis. A lo largo del camino, la gran cantidad de fieles participantes ofreció cada misterio del Santo Rosario por las familias, los niños y adolescentes, los pastores del pueblo de Dios, especialmente por el Papa Francisco y el Obispo de Catamarca, por sus intenciones particulares y por los frutos de su tarea evangelizadora. También rezaron especialmente por las madres, para que el Señor moldee sus corazones y los haga dóciles y llenos de amor como el de la Virgen María.
Al retornar al templo, las sagradas imágenes del Corazón de María y el Divino Niño Alcalde fueron colocadas en sus sitiales de honor, y se celebró la Santa Misa presidida por Mons. Urbanc y concelebrada por el P. Herlein.
Durante su homilía, el Obispo resaltó la figura de la Madre de Jesús como la mujer con un corazón sin mancha, totalmente lleno de amor hacia toda la humanidad, madre de todos por mandato del mismo Jesús. “Cuando estamos iniciando el camino hacia Dios, es más fácil dirigirse a Ella, pedirle con confianza, porque es una madre que nos acoge y nos recibe”, dijo, agregando: “Dios es omnipotente para obrar, y María es omnipotente para interceder, así que pidamos con confianza que no hay cosa que Dios pueda negarle a esta Santa mujer, a la que le pidió el consentimiento para ser la madre de su Hijo”.
Para finalizar expresó que “nunca se ha dicho de ninguno que haya acudido a María sin obtener una gracia, aunque no obtengamos lo que queremos, Ella le pedirá al Señor por lo que nos conviene”.
Antes de la bendición final, el párroco, en nombre de toda la comunidad, dio gracias a Mons. Urbanc por sus días visita pastoral, por sus palabras y su testimonio, que fueron de gran ayuda y aliento para todos los que compartieron su presencia. De igual manera rogó al Señor para que los frutos de esta visita sean abundantes para la parroquia y toda la Iglesia que peregrina en Catamarca.
Luego de la celebración, los presentes compartieron una cena de despedida a la canasta en las instalaciones de la parroquia, donde pudieron agradecer personalmente al Obispo su cercanía durante estas jornadas.