Catamarca
Sabado 27 de Abril de 2024
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"El amor nos destrozará", música novelada de una generación

Dolores Pruneda Paz

La novela "El amor nos destrozará", un título que su autor, Diego Erlan, toma de la canción "Love will tear us apart", de Joy Division, narra un viaje iniciático y capta con precisión parte de la contracultura de los 90.
"La historia no empieza así. Ni con gritos, ni con llantos (...) tampoco empieza con la imagen del padre que deja de hablar (...) El chico (...) quiere acordarse (...) la historia empieza el día en que mi hermana murió", dispara al final de una introducción que deja al lector al borde del acantilado, a punto de saltar, una sensación que va repitiendo al final de varios capítulos.

"La construcción del propio relato, de la identidad, varía con los años. La primera duda es dónde comienza la historia... y cada tema empieza a desordenarse después de la introducción", señala Erlan en diálogo con Télam.

Se trata de una "novela post punk -especula-, guarda ese ímpetu (del ´do it your self´ y ´solución: destrucción´) del punk pero con una ambición mayor, el protagonista aprende en el mismo momento en que toma las decisiones, es un viaje espiritual lo que emprende".

Este libro "rockero" -así la definió el editor Luis Chitarroni cuando la presentó- tiene mucha poesía sin pretensiones poéticas, rescató a su vez el escritor Fabián Casas.

La historia de Agustín -el protagonista- está atravesada por la música, de hecho el autor (Tucumán, 1979) pensó el libro como un álbum, "cada capítulo, un tema, al menos ese fue el ideal".

Erlan cuenta una historia cruzada por muertes prematuras, amores adolescentes, choques generacionales, muchos duelos y, más allá de lo musical -Abraxas, Bond Street, P5, Charly García u homenajes personales como "los invisibles", amigos del protagonista-, compone una foto realista, casi periodística, del clima y escenarios noventosos.

Siete años de trabajo, tres versiones y después no creerse nada para reescribir todo de nuevo, revelando el mecanismo de construcción, dan cuerpo a la publicación de Tusquets: el narrador duda, busca el recuerdo y con eso arma la trama.

-Télam: ¿Cuánto de autobiográfico hay en este texto?
-Erlan: Acá está puesta mi autografía sentimental y educativa, creo que hay mucho de eso, pero además hay una cosa generacional, los 90 fueron una época al parecer idílica, donde teníamos todas las posibilidades -democracia, bonanza económica- pero también la imposibilidad de cambiar el futuro.
El padre del protagonista, en su mudez, encarna ese fracaso, personal y generacional, y el chico intenta cambiar eso. No sabemos si lo logra, pero al menos no falla en la decisión de construir una voz propia.

-T: El narrador pasa de la primera persona testimonial a una tercera más genérica, como un zoom que reproduce el momento iniciático (la imagen entrecortada de la hermana muerta) o la disociación necesaria ante el dolor del duelo...
-E: Ese zoom tiene que ver con trabajar la cuestión de la metamorfosis, con quiénes fuimos a lo largo de nuestra vida, el chico que ve a la hermana muerta no es el mismo que descubre unos casetes años después. Esta es una de las pocas decisiones que tomé a conciencia en la novela.

-T: ¿Y cuántas decisiones concientes pueden tomarse en una novela, quisiste escribir o quisiste escribir sobre esto?
-E: Yo quise escribir, quise enfrentarme a mis miedos y obsesiones. Lo que sí tengo claro, a veces, es el ritmo; y ese ritmo es como un mantra que me ayuda a meterme en ese universo, a construirlo.

-T: ¿Es una forma de avanzar?
-Es lo que pasa con la música, yo quiero que la novela y la literatura sean música, algo que en algún punto pasa, cuando leés un texto de otro estás metiéndote en un ritmo, en una música que te conduce a otro lado y se hace cuerpo.
Buena parte de la historia viene de ese ritmo, por eso quise captar la música de Joy Division (y tal vez por eso la lírica que destacó Casas cuando presentó el libro).
Hay que trabajar sobre el lenguaje, hay que ser obsesivo con las palabras y el trabajo que uno hace sobre ellas, aunque sea cansador.

-T: ¿En algún momento deja de serlo?
-E: No siempre, el problema con la escritura es que es agotadora, pico y pala. Para la escritura es necesario el fracaso, o sea: fracasar permanentemente para apuntar de vuelta a querer lograrlo.

Fuente: Télam

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