Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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El capitalismo no está en crisis, vive de la crisis

En El lazo social desde la filosofía política, el ensayista y docente Miguel Angel Rossi compila una serie de trabajos sobre la naturaleza artificial del lazo social, su fragilidad y las diversas concepciones que lo han hecho existir, fundando muchas de sus afirmaciones en la teoría psicoanalítica y en su cercanía intelectual con Jorge Alemán, el agregado cultural de la embajada argentina en Madrid.
El libro, publicado por la editorial Grama, reúne textos del propio Rossi, Fernando Lizárraga, María José Rossi, Elena Mancinelli, John James Gómez Gallego, Gerardo Arenas, Luis Blengino y Marcelo Raffin, entre otros.
Rossi es titular regular de la cátedra de Filosofía y asociado de la cátedra de Teoría Política y Social de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA); también es egresado del Instituto Clínico de Buenos Aires (ICdeBA).

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.
T : ¿Cuál sería, en su opinión, el rasgo diferencial del lazo social pensado desde la política?
MR : El primer lugar, la diferenciación entre dimensión social y dimensión política. Generalmente, desde la teoría política, sobre todo clásica y moderna, se ha pensado el lazo político en relación al lazo social de formas antagónicas. A modo de ejemplo: para Aristóteles, la politicidad se entiende como un plus con respecto a la sociabilidad, en el sentido en que en el espacio doméstico habría una idea de comunidad social, pero no política; la politicidad supone la constitución de una esfera pública, de la cual estaban excluidos las mujeres, los esclavos y los metecos. El lazo político, vinculado a la esfera pública, se jugaba en la idea de isonomía y relaciones de amistad, entendiendo por amigo al vecino, para sugerir que la política no debía pensarse en un terreno doméstico.

En el caso de San Agustín, hay politicidad porque hay quiebre del Derecho natural. Es decir, la politicidad se entiende no como plus, sino como transgresión al primer orden natural. De ahí surge la necesidad de ligar a la política con el ejercicio de la coerción, que no hubiese sido necesaría sin la idea de pecado. En el caso de (Thomas) Hobbes, el lazo político disuelve el lazo social, que sólo puede ser pensado en la esfera privada, pero no a nivel de la esfera pública o política. Estos casos son interesantes para pensar los distintos tipos de relaciones entre el lazo social y el lazo político.

T : ¿Existiría un momento, mítico, en el que el lazo social es capaz de fundar una comunidad? ¿Cómo pensar esta cuestión?
R : La instancia mítica y ficcional para pensar la idea de comunidad es clave a la hora de fundar una comunidad. Así, para Platón la idea de comunidad estaría respaldada por lo que en la República el filósofo denomina la teoría de los 4 metales, teoría que sirve para justificar los diferentes estratos sociales, ya que Platón define a la justicia como hacer lo que corresponde a cada estamento según el orden de la naturaleza que es pensada de manera jerárquica y no homogénea. En el caso de la modernidad, la ficción es la contractual: la idea de un estado de naturaleza; mediante el contrato de las voluntades individuales se sale de ese estado para ingresar a una sociedad política. En la modernidad, el Estado será entendido como una categoría artificial producto del contrato individual.

T : El capital es un lazo social; el contractualismo, otro; Rousseau teoriza una sociedad de hombres buenos. ¿Hay comunidades, sociedades por fuera del lazo social?
R : Según Lacan, el fundamento del lazo social es el discurso. Discurso del amo, de la histérica, el universitario y el analista. En realidad, no habría un discurso capitalista, porque justamente el capitalismo anula la posibilidad de lazo social, dado que genera una instancia de goce absoluto de los individuos, y dicho goce, sin la mediación de la dimensión simbólica e incluso la función del amor, el lazo social no puede pensarse. La idea de lazo social supone la matriz cultural, supone que cualquier lazo social no es natural, porque el registro de la naturaleza está perdido en lo humano. De ahí que el lazo social adquiere un carácter sintomático, pero sin síntoma no hay lazo social posible. Justamente es lo que Freud señala, si bien no habla de lazo, de las ambivalencias que genera la cultura. Así se entiende El malestar en la cultura. En resumen, no hay comunidades por fuera del lazo social, porque sería pensar en la existencia de una comunidad enteramente natural, lo cual es imposible.

T : El capital, entonces, es una relación sociopolítica.
R : Exacto.

T : En cualquier caso, ¿cuáles serían las invariantes estructurales que constituyen al lazo social?
R : Esta pregunta se conecta fuertemente con la anterior. Justamente porque no hay un registro natural, el lazo se piensa como una suplencia de lo que no hay. De ahí el carácter artificial del lazo. Al respecto, es muy interesante la afirmación de Lacan, no hay relación sexual; esto quiere decir que no hay complemento, unión del goce masculino y el goce femenino; se pone en jaque una gnoseología de la correspondencia; en términos de sentido común, se pone en jaque la teoría de la media naranja. Por esa razón es sintomático. Si extrapolamos tal cuestión a la estructura social, veremos que siempre hay algo dislocado, que por estructura el sistema no cierra. Así, el lazo siempre es una sutura de lo que por definición no puede cerrar. Por esa razón hay distintos tipos de lazos sociales, dependiendo de los momentos históricos, culturales, etc.

T : En Psicología de las masas, ¿entiende usted que hay una teoría del lazo social?
R : Si, más allá si Freud utilizó el término lazo. Es claro que para Freud dicho lazo social se presenta por dos vías posibles: las identificaciones, y la del objeto, que explicaría la dimensión pulsional y erótica que supone la idea de lazo. Ya en la propia dimensión edípica habría una matriz para pensar el lazo social.

T : Finalmente, el estado de excepción (que Agamben toma de Schmitt), ¿implica una suspensión de las garantías que impone la vigencia del lazo social? En ese sentido, ¿cuál es su visión, a grandes rasgos, del mundo contemporáneo?
R : El estado de excepción vendría a ser la regla que confirma la posibilidad de una regularidad. Sin duda alguna la soberanía se juega desde la lógica de lo masculino, de la excepción que posibilita el sistema. El mundo contemporáneo es muy complejo, y si bien no es mi intención desalentar, creo que en esta instancia del capitalismo salvaje se ponen en juego muchas dimensiones, no sólo en lo que atañe a las relaciones humanas, sino al vínculo del hombre con su medio ambiente. Entiendo que hay una frase de Jorge Alemán con la que me identifico. Alemán sostiene que el capitalismo no está en crisis, sino que vive de la crisis, vive de poner en cuestión la dimensión institucional, la ley simbólica. Sin embargo, retornar al concepto de responsabilidad y praxis política encarada por los hombres es de gran importancia para nuestros días: implica la creencia en que es posible romper el determinismo del mercado.

Fuente: Télam

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