"Es el cuarto año del Slam y el quinto de Poesía Estéreo, o sea que un año antes de estar pensando en la posibilidad de que todos juguemos en un formato oral, ya estábamos con Diego (Arbit) haciendo laboratorio de eso mismo", dice a Télam Sagrado Sebakis, poeta y organizador del proyecto.
Y cuenta: "Yo tenía ganas de hacer algo así hace muchos años, pero no estaba seguro si iba a funcionar acá, si la gente se iba a copar; quizás no hacía efecto, el formato era criticado por norteamericano o por ajeno. Pero nada que ver, un día vino Sol Fantin, que también tenía ganas de hacer algo que motivara a la gente a poner el cuerpo, y encontramos esa excusa".
"En principio, fue un pretexto para expresarse, pero funcionó. Probamos una primera función en el Pacha, pensando que no iba a venir nadie, y tuvimos 30 jugadores, sólo la primera vez, cuando todavía no había ninguna cultura armada ni se sabía qué tono iba a tener el Slam argentino. No sabíamos que iba a crecer tanto", señala el autor de la novela "Gordo".
Y explica: "Desde que hicimos el primero, hace cuatro años, hasta ahora, este proyecto modificó todo el panorama literario argentino, al menos con respecto a lo que tiene que ver con literatura under y poner el cuerpo; si vas a cualquier ciclo literario, la mayoría son conscientes de la importancia de poner el cuerpo. Eso se originó en el Slam".
"Lo interesante es que sigue siendo un formato excusa donde, si son 50 jugadores, te permite oír 49 poéticas y formas de construir una poética diferentes a la tuya. El verdadero regalo no es el trofeo, sino la experiencia compartida en grupo".
¿Qué nombres destacás dentro del torneo?
Eric Barenboim, Nanu Nanu, Diego Arbit, Mariana Bugallo, Darko, Andy Sakal, Juan Xiet, son algunos muy buenos, en el sentido de que ya marcaron su propio estilo. Pero también es interesante la cantidad de gente joven que empezó a venir. Se armó un Slam de chicos jovencitos que se juntan a cranear poéticas y a exponerlas, generando su propia cultura Slam.
Además tuvimos la suerte de que la Fundación El Libro nos invitara dos años seguidos a participar en la Feria del Libro, incluso nos dieron el año pasado la sala más grande y, aunque llovió, vinieron unas 500 personas... son números que baraja una gran figura literaria como Coetzee, y nosotros, en un formato de juego, metimos esa cantidad de gente. Es algo que provoca a la masa, es extraño.
Hemos recibido un importante apoyo de Pablo Braun, Eterna Cadencia y de Adrián Haidukowski, que coordina el JAM de escritura. Pudimos dar talleres, nos extendimos a las provincias, y ahora creo que llegó la hora de hacerlo explotar, profesionalizarlo. La idea es proponer talleres oficiales en cada provincia, hacer una liga, coordinar los torneos, hacer que el campeón de cada provincia juegue a nivel nacional, ir expandiendo todas las posibilidades.
Además, en mayo, Tomás Larrinaga estrena "Silencio!", un documental sobre el movimiento argentino de cultura oral, y Eric Barenboim se encuentra traduciendo del inglés libros de pedagogía del Slam.
¿Por qué creés que convoca a tanta gente?
Creo que provoca en la gente una memoria celular, les revive una imagen antigua. Hay una cosa primaria y de suma libertad que tiene que ver con la forma en que se transmiten las cosas. Durante mucho tiempo la palabra se transmitió de forma oral, hasta que aparecieron las universidades y el catolicismo dentro de las universidades, que mataron el oral y lo llevaron a la lectura en voz baja. Entonces, cuando la gente que ya fue a ver un Slam, vuelve, vuelve porque, repito, se le activa cierta memoria celular, como recuerdo de algo muy antiguo, es como un ritual pagano. Por momentos tiene algo muy liberador, tribal, ahí dentro sentís un guiño generacional, la gente se siente muy parte. Porque la poesía no suele rockear, y me parece que la forma que encontramos de hacer que la poesía llegue a ese tono, es justamente es el Slam, donde tenés que poner todo el cuerpo.
¿De dónde proviene la cultura Slam?
Hay mucho que viene del hip hop, el rap, pero también mucho deriva de lo performativo, de cierto under de los 80, y también está presente el Stand Up. El poeta se mezcla con el comediante y viceversa. Si tomás a los grandes del Stand Up te das cuenta que los mejores son los que se fueron del género: Bill Hicks, Richard Pryor, George Carlin, Eddie Izzard. Eso, además, hizo que todos nos formáramos más, estudiáramos a los otros.
Creo que este es el año del Slam, el año donde se consolida como algo grande de verdad, estamos hablando de un Festival de Literatura Oral que convoca a 500 personas a un torneo, y la idea es que vaya para todos lados, que la gente joven se ponga a escribir su poesía y tenga ganas de intervenir lugares.
Muchos dicen que el Slam es una muestra de egos, porque tenés que pararte frente a otro y competir, demostrar que sos mejor, y sin embargo, a mí me parece mucho más egocéntrico que te den media hora para leer, para revolverse sobre uno mismo. Acá, el ego está mucho más rebajado, es una experiencia grupal. Tenés tres minutos, si no te gustó lo que hiciste, ya estás aprendiendo de otro. Hay mucho que aprender de los otros.
En esta cuarta edición hay muchos pibes. Pienso que es el lugar ideal para venir si tenés algo que decirle al mundo, es otra manera de acercarse a la poesía. Y el sueño que tenemos para este año es lograr el primer Slam Internacional.
Fuente: Télam
