Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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El policial como pretexto literario

El novelista cubano Leonardo Padula, que acaba de llegar a Buenos Aires para participar de la Feria del Libro, se refirió a la posición del escritor frente a la realidad social, desglosó su trabajo literario y adelantó el tema de su nueva novela Herejes, próxima a publicarse.
Los libros de Padura (La Habana, 1956) se ubican en la denominada novela-enigma, aunque lo policial y la trama conspirativa funcionan como excusa para abordar otros temas: "Para mí el policial, como género, siempre ha sido un recurso dramático y un pretexto literario", dice en una entrevista con Télam el autor de Máscaras y Adiós Hemingway.

"En mis novelas más policiales es evidente que el enigma no es para nada importante -subraya-. Tanto, que he escrito novelas sobre un crimen sin saber yo mismo quién era el criminal. Mis intereses andan en otro sentido, mucho más social, en el contenido, y literario, en la forma, la estructura, el lenguaje".

Al ser un género sin normas rígidas -señala Padura- el policial ofrece muchas ventajas: "Como la de colocarte casi directamente en los lados oscuros de las sociedades y la de exigirte contar una historia verosímil. Si se aprovechan estas ventajas con profesionalidad literaria e intencionalidad social, puede dar las claves de una literatura de alto vuelo estético y de mirada crítica y cercana del contexto".

Una notable capacidad para introducirse en la piel de los personajes históricos -por sus libros cruzan María Heredia, José Lezama Lima y Ernest Hemingway, entre otros-, se repite en su última novela El hombre que ama a los perros en cuyas páginas entrelaza las vidas del líder político León Trotski y su ejecutor Ramón Mercader.

"Trabajar personajes históricos en una novela es un reto. Las vidas reales, por más novelescas que parezcan, no lo son; son vidas reales y lo novelesco tiene exigencias que son dramáticas, literarias. Muchas veces hay episodios de esas vidas que de ninguna manera funcionan en una estructura novelesca, y que hay que modificar sin traicionarlas, ponerlas en clave dramática sin que pierdan su esencia histórica o biográfica".

"El más complicado de todos estos personajes ha sido Trotski, no solo por lo que hizo o escribió, sino por todo lo que se ha escrito sobre él, valorándolo, condenándolo, santificándolo. De toda esa maraña de opiniones sacar una figura humana fue realmente un reto muy difícil".

Sobre la situación del intelectual y su responsabilidad; Padura ha dicho que frente a la conflictividad social sólo se puede escribir desde una perspectiva interrogativa.

Y explica: "El escritor cubano de hoy tiene una situación difícil con su realidad. Vive en un país sobre el cual solo se repiten esquemas laudatorios o condenatorios, generalmente desde posturas políticas definidas que impiden ver la verdadera trama de conflictos presentes en una realidad contradictoria como la cubana"

De ahí que asuma, agrega: "Una responsabilidad: con la verdad, que no está solo en lo que dicen los políticos -o casi nunca- sino, sobre todo, en lo que piensa, dice, vive la gente. Y desde esa perspectiva solo pueden surgir interrogaciones respecto a la realidad.

En Cuba hemos vivido años difíciles: carencias, incomprensión, inmovilismo, falta de horizontes individuales; años en los que renació la prostitución, se entronizó la corrupción administrativa, se perdió la mística y la ilusión. La literatura ha sido la encargada de reflejar esas situaciones, pero sobre todo de fijarlas en la memoria, pues la prensa oficial poco y mal ha hablado de esos conflictos nacionales".

Pese a los momentos de censura y autocensura que llevó a mucha gente a escribir "con el pie en el freno", señala Padura, habría un cambio: "Los niveles de reflexión y crítica se han multiplicado en la literatura y los de tolerancia han crecido por parte de las instituciones culturales. Hoy, en Cuba, a nadie se le puede ´sugerir´ que escriba de un modo u otro".

Sobre Herejes, su nueva novela a publicarse en septiembre próximo y que le ha llevado cuatro años de "trabajo duro", cuenta que la trama está armada en base a tres historias simultáneas vinculadas por una pintura de Rembrandt y un concepto: "La búsqueda de la libertad individual y el precio que se debe pagar por ella, más bien los precios".

La pintura de Rembrandt se entrelaza con la vida un pintor judío considerado hereje por violar un mandamiento de la ley judía, y la de otro judío, pero asquenazí (nombre dado a los judíos de origen europeo), llegado a Cuba de niño sin su familia, que va a morir en el Holocausto. Todo condimentado con la pesquisa del detective Conde y la presencia de un tercer personaje.

"Se trata de una joven «emo» -una tribu algo así como de góticos- que decide hacer su vida en libertad en la Cuba de hoy y ha desaparecido; Conde debe buscarla y lo que encuentra es el ansia de libertad de esta muchacha y una extraña e insólita relación con la pintura de Rembrandt que anda por Londres, en una casa de subastas. ¿Complicadita, no?", remata el cubano.

Fuente: Télam

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