"Los pensamientos invadían la cabeza de June. Entendía que ya llevaban poco más de cinco años de matrimonio, pero ella escuchaba y acompañaba cada decisión o duda de su marido. Cuando él se instalaba frente al televisor para ver cuanto partido de fútbol se emitiera, ella hacía que le interesaba. ¿No era así como se construía una pareja? En las buenas y en las malas, eso decían", escribe Gradner.
No obstante ese frustrante panorama, June logró crecer profesionalmente y ser reconocida por su jefe, George, quien la invita a viajar a Roma, una ciudad que la seduce con su encanto y su histórica arquitectura.
"Atravesaron las calles, una vuelta detrás de otra, hasta que llegaron a Piazza Barberini. El chofer se detuvo frente a la puerta del hotel. Abrió la puerta y June pisó, al fin, tierra romana... La paleta de colores iba del rosa viejo a los ocres. Al instante se sintió cobijada, como si la ciudad hubiera elegido darle la bienvenida", se lee en una de las escenas que describe el arribo a Roma desde Londres.
Su estadía en esa ciudad la llenará en algunos momentos de tranquilidad y de goce por pequeñas situaciones como un baño de inmersión, la compra de vestidos para ir a una fiesta y la excelente cordialidad con la que será recibida en casas de decoración junto a George, quien además de un buen jefe es un excelente compañero que la alienta a disfrutar de lo que le ofrece ese viaje.
"...Siempre había soñado con recorrer el mundo gracias a su trabajo. Y George se lo proponía de buenas a primeras. Sintió una emoción grande y recordó aquellos tiempos de estudiante, cuando la vida se ceñía a los horarios universitarios, las salidas con sus amigas y algún novio ocasional. El deslizamiento del Mercedes Benz por el asfalto colaboró para internarse aún más en sus pensamientos", relata la novela publicada por Planeta.
En ese clima de ensueño y rodeada de edificios centenarios como el Vaticano, June conoce a través de George a Francesco, un conde de muy buena posición económica, que disfruta sin límites de los placeres, con el que se descubrirá sexualmente de una nueva manera, en la que logrará dejar de lado su pudor y timidez.
"No lo puedo creer, Francesco. Me transformo en un animal, no puedo pensar, me da miedo hasta dónde puedas llevarme. ¡Cualquiera podría vernos!- y se río con picardía. Y así, completamente desnuda, se alejó del auto y comenzó a saltar, llena de gozo... Le mostraba su cuerpo lleno de vida a Francesco. Y a quien quisiera verlo. Nunca se había atrevido a tanto", cuenta la novela, rica en escenas de contenido erótico.
Esa experiencia de placer y descubrimiento narrada por Gardner, que también estará salpicada de momentos incómodos, es la que llevará a la protagonista a cuestionarse internamente como mujer y le permitirá plantarse frente al mundo.
Fuente: Télam