Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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En su última enseñanza, Lacan se separa cada vez más del modelo simbólico para entender por qué el hombre no es una máquina"

En Lacan y la cibernética. Una crítica psicoanalítica del cognitivismo, el psicoanalista y ensayista Daniel Stchigel argumenta a favor de una epistemología psicoanalítica por fuera de los modelos naturales de Freud y estructuralistas del primer Lacan para centrarse en una suerte de tercera vía que abreva en el cognitivismo no positivista, la lógica y las matemáticas hasta lograr un fundamento conjetural para la ciencia que lo ocupó.
El libro, publicado por la editorial Letra Viva en su colección Teoría Psicoanalítica, lleva un prólogo del también psicoanalista, escritor y editor Luciano Lutereau.

Stchigel es doctor en Filosofía por la Universidad Nacional de Buenos Aires (UBA) y magister en Psicoanálisis por la Universidad Argentina John F. Kennedy. Publicó, entre otros libros, Elogio de la seriedad, Pseudociencia, La simulación de lo real y Dinámica de las partículas humanas.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : ¿Cuál era la relación que tenía Lacan con la cibernética, con Norbert Wiener y Alan Turing en particular?

S : Lacan era un lector voraz. Dicen que mientras iba a sus clases de medicina leía El Capital de Marx. Sus intereses intelectuales superaban con mucho al psicoanálisis, y siempre estaba atento a las novedades en materia científica y filosófica. Cuando empezó a dictar sus seminarios, la cibernética estaba de moda. Aparecieron los primeros escritos de divulgación científica dedicados a ese tema. Todo lo que Lacan leía terminaba sirviendo como material para sus seminarios. De todos modos, él era consciente de que su objetivo era la formación de los psicoanalistas. Por eso utilizaba todos esos conocimientos al servicio de la lectura de los textos freudianos. Freud también era un lector voraz, de una gran cultura, y era consciente de que, para inventar una nueva ciencia, debía recurrir a otros discursos científicos, y pensar su tema por analogía. Las fuentes de Freud, para hacerlo, eran la medicina, la psicología, los clásicos de la literatura, y ciencias naturales como la física y la biología. Freud se propuso hacer del psicoanálisis una ciencia natural. La situación en la época de Lacan era distinta. El positivismo estaba en retroceso por entonces, y algunas teorías biológicas y psicológicas en las que Freud se había apoyado estaban en desuso. Lacan sostenía en los primeros seminarios la necesidad de una vuelta a Freud. Pero esa vuelta implicaba también un aggionamiento del discurso psicoanalítico. Lacan entendía que la corriente psicoanalítica llamada Psicología del Yo había perdido de vista el dato fundamental del psicoanálisis, que era el del funcionamiento del inconsciente, mientras que el kleinismo se había excedido en sus fantasías sobre el pensamiento arcaico que creía ver tras el comportamiento de los niños. Lacan quería ser fiel a Freud, y a la vez dotar al psicoanálisis de una seriedad científica acorde con la época. Por otra parte, entendía que al ocuparse del hombre de un modo no reduccionista, ya no bastaba con utilizar la termodinámica, que era la única rama de la ciencia que en la época de Freud tenía cierta flexibilidad transdisciplinaria. En los años 50 del siglo veinte se desarrolló la primera transdisciplina, la cibernética de Norbert Wiener, que había demostrado tener incluso una eficacia tecnológica. Además, se definía como una ciencia que se ocupaba del comportamiento en animales y máquinas. Proponía realizar máquinas que fueran capaces de comportarse como animales. Pero además entendía que podía aportar también al conocimiento de la conducta humana, de un modo no conductista, que tuviera en cuenta la complejidad de las conexiones neuronales, la capacidad de aprendizaje, e incluso podía ofrecer modelos de la conducta obsesiva. Este último punto debió llamar especialmente la atención de Lacan, pues en ese momento estaba ocupado de la relectura del Proyecto de psicología para neurólogos de Freud, que se basaba en un modelo de redes neuronales bastante clarividente. Y no es posible dejar de lado el hecho de que el automatismo de repetición del neurótico permite pensar en un inconsciente maquinal, que funciona como una máquina de calcular cuando se le plantea un problema al que le falta algún dato, lo cual hace que la máquina empiece a dar vueltas en círculo. Que Lacan leyó a Wiener es indudable, pues lo cita explícitamente en el Seminario 2. Y si bien no hace mención de Turing, sí se refiere a las máquinas de calcular de ese momento, que eran las primeras computadoras, y que funcionaban a partir del modelo de Turing para la elaboración de una máquina universal, es decir, capaz de realizar cualquier operación conforme a un programa con un código que determine la salida para cada entrada de información.

T : Esta relación (no sé si llamarla así), ¿es una consecuencia de su cercanía al estructuralismo, o a Lévi-Strauss más específicamente?

S: Creo que los dos acercamientos se basan en la necesidad de repensar el objeto del psicoanálisis. Para Lacan el psicoanálisis debía ser una ciencia, pero una ciencia humana, no una ciencia natural. Las transdisciplinas le ofrecían una posibilidad de introducir exactitud en el campo del psicoanálisis, que se había vuelto materia de doxa más que de episteme. Es decir, el psicoanálisis se parecía más a una materia opinable que a una disciplina racionalmente fundamentada. Para darle exactitud, en vez de ir hacia el origen, hacia lo arcaico, como lo hacen los mitos, había que buscar el fundamento, es decir, algo permanente, de carácter estructural, simbólico. El estructuralismo, como teoría general de los signos, una teoría que eliminaba los elementos místicos y fantasiosos en la lectura de las producciones simbólicas humanas, apuntaba en este sentido. Daba un marco de seriedad a las ciencias humanas, promoviendo un programa de investigación compartido, alejado de las explicaciones ad hoc inventadas por individuos geniales. Notarás que en el fondo de las investigaciones de Lacan lo que interesan son las cuestiones epistemológicas. La preocupación básica de Lacan es defender en lo posible el estatuto científico del psicoanálisis. Incluso al hacer del sujeto su objeto propio, señala que ese sujeto es el de la ciencia moderna. Con ello quiere señalar que si el psicoanálisis no es aceptado como una ciencia, al menos debe pensarse en relación con ella, como una sombra que la sigue y le da sentido, que la completa, cuestionándola, pero sin traicionarla. La cibernética es independiente del estructuralismo, pero también se ocupa de lo simbólico. Sólo que tiene la ventaja de establecer el diseño de un sistema procesador de símbolos en acto, y considera su posibilidad de fallo. Es decir, es mucho menos abstracta que el estructuralismo. Diría que plantea hasta qué punto un sistema simbólico puede encarnar en un cuerpo, y en si esa encarnación pude generar traspiés en su funcionamiento. Pensemos que cuando Lacan desarrolla el grafo del deseo, para él la pulsión es el modo en que el cuerpo es fragmentado por el sistema simbólico que encarna en ese cuerpo. Es lo que llama por entones el aparejo del cuerpo. Y en el seminario de los cuatro conceptos fundamentales, al hacer referencia al estructuralismo, y al señalar que el inconsciente está estructurado como un lenguaje, señala que es el traspié, aquello que falla, lo que permite un acceso al inconsciente. Es decir, el inconsciente estructural era demasiado cerrado y completo para que permitiera compender el funcionamiento del inconsciente. Además, el sujeto va de significante en significante, pero siempre escapa a la posibilidad de ser apresado por lo simbólico. No es posible definir el significado de un nombre propio.

T : ¿Cuáles fueron las consecuencias?


S : Mi hipótesis es que la consecuencia de este encuentro inicial con la cibernética es la formulación del grafo del deseo, que constituye el modelo más completo que haya elaborado Lacan para poner en relación todos los conceptos del psicoanálisis para darnos un modelo del funcionamiento del sujeto, entendido como un cuerpo viviente en el que encarna un sistema simbólico. Claro que a la vez que da un cierre a su período simbólico de pensamiento, abre interrogantes que lo van alejando cada vez más de la cibernética, en la medida en que ella no nos permite comprender la diferencia entre un cuerpo mecánico y un cuerpo viviente, entendido este último como un cuerpo que goza.


T : ¿Y su relación con la clínica?

S : Cuando un sujeto actúa mecánicamente, no puede adaptarse al medio social. Pero esa actuación mecánica surge de la imposibilidad de lograr que la sociedad acepte la singularidad de su deseo, y sus modalidades de goce. Es decir, es porque el sujeto no puede reducirse a un mecanismo con una adaptación perfecta al medio, que desarrolla su propio modo, aunque mecánico, de satisfacer su deseo. Para Lacan, la clínica se plantea como una manera de desarticular ese mecanismo, o al menos de hacer algo creativo con el síntoma. Pero para eso la solución no está en someterse al sistema simbólico impuesto por la sociedad, que es justamente lo que hace que el deseo sólo pueda realizarse a través de esa transacción en la que el sujeto se manifiesta como una máquina fallida, y no como un cuerpo viviente. Con lo cual se trata de identificarse con el propio deseo, un deseo que es siempre subversivo.

T : ¿Cómo pensás puede pensarse, desde estos supuestos, una crítica al cognitivismo?

S : El cognitivismo lo que propone es desactivar los comportamientos mecánicos, compulsivos, aumentando la adaptación a la realidad, que es siempre la realidad del sistema simbólico. Eso se hace a través del saber, de la identificación con el terapeuta entendido como persona racional y perfectamente adaptada. Es decir, se trata de ir por la vía contraria al deseo, para convertirse en una maquinaria al servicio del sistema productivo.


T : Finalmente, ¿cómo impactan estos descubrimientos de Lacan en la última época de su enseñanza?

S : En la época de su última enseñanza Lacan se separa cada vez más de su modelo simbólico del sujeto, precisamente para comprender en qué sentido el hombre no es una máquina. ¿Qué es esa necesidad que entra al grafo y sale realizada como identificación? ¿En qué se diferencia un cuerpo viviente de un sistema mecánico? ¿Qué papel juega el sinthome para la constitución de la singularidad del sujeto? El tema del goce se perfila para Lacan como un intento por volver a pensar al sujeto en aquello que lo hace irreductible a una máquina. Lo cual considero que nos obliga a repensar el estatuto científico del psicoanálisis.

Fuente: Télam

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