Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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Enrique Amorim, "El amante uruguayo" de Federico García Lorca

Juan Rapacioli

En "El amante uruguayo", el escritor peruano Santiago Roncagliolo configura la biografía de Enrique Amorim, un olvidado hombre de letras que mantuvo una corta pero intensa relación con Federico García Lorca y que fue parte de la convulsionada escena artística entre 1920 y 1960.
"No me gustan ni las novelas elitistas ni los bestsellers de fórmula -indica a Télam el autor, de visita en Buenos Aires para presentar su libro publicado por Punto de lectura-. Prefiero escribir algo entretenido que pueda leer cualquiera pero que trate de dar alguna nueva mirada sobre algún tema".

Y explica: "En este caso me gustaba la idea de poder contar, de alguna manera, cómo se gesta todo el arte del siglo XX, a través de la mirada del que no sale en la foto, del que no es famoso".

- ¿Qué pensás de la escritura por encargo?
- Hay ciertas condiciones, rechazo muchas propuestas y también me rechazan muchas. Pero si la historia me interesa, voy para adelante. Me ha pasado de todo, denuncias penales, infamias, hasta me amenazaron de muerte. Pero si la historia es buena, yo me juego. La condición es libertad creativa total. Lo que investigo es riguroso y documental, pero la escribo a mi manera.

En este caso, los editores están vinculados al partido socialista y contaban con que la historia de García Lorca para que salga de derecha hay que esforzarse mucho. Era poco probable que saliese algo que no les gustase, porque la vida del poeta ya es un símbolo de lo que ellos defienden.

- La vida de García Lorca parece una ficción...
- Si, Lorca, en algún sentido, es la primera estrella mediática en las letras españolas. Todo eso estaba naciendo, la industria editorial, la prensa cultural, y estaba naciendo aquí, en Buenos Aires, mucho más que en España. Lorca era perfecto para los periodistas: divertido, encantador, cantaba y tocaba el piano en las conferencias. Se convirtió en un fenómeno y empezó a disfrutar ser un fenómeno.

Los académicos han consagrado una imagen muy elitista de gente como García Lorca o incluso Borges, pero ellos querían ser populares. Querían ser vanguardistas, originales, pero querían ser leídos. Girondo hacía eventos de marketing con espantapájaros caminando por la ciudad, Borges usaba la tradición popular argentina, Lorca la española, porque querían tener lectores.

- ¿Borges también quería ser popular?
- Pasa algo muy curioso con Argentina: eran los más ricos y cultos de todos, los que más libros, teatro y conciertos tenían, pero no tenían un mito fundacional, como los peruanos, los mexicanos o los colombianos. Entonces, una literatura nacional en un país de inmigrantes hay que inventarla. Ahí aparece Borges.

Borges hace la única literatura nacional que podía tener un país de inmigrantes: una que habla de mitos irlandeses, de leyendas inglesas, de textos sacados de la biblioteca universal. Es una literatura nacional de un país donde la gente tiene apellidos judíos, italianos, rusos, etcétera.

Es una literatura más genuina que la que hacían muchos escritores gauchescos que en realidad eran hacendados, porque los gauchos no escribían, escribían los hijos de los hacendados que vendían un idea del gaucho. En algún sentido, Borges era mucho más honesto con la identidad argentina. Pero, como ya se sabe, se llevaba muy mal con el peronismo.

-¿Y cómo es el caso de Amorim?
- Amorim quería ser de Buenos Aires, de París y formar parte de la gran cultura, pero la crítica le pedía que fuese gauchesco, que hablase de la hacienda de la que había venido. No le perdonaban cuando escribía de otra cosa.

Es difícil saber cómo fue exactamente la relación de Amorim con Lorca. Hay cartas muy íntimas con muchas palabras que hacen referencia a lo homosexual. Lo que sí se sabe es que Amorim prácticamente lo secuestró a Lorca en Uruguay. Lo llevó a todas partes y no se separó de él.

Con Amorim cuesta saber qué es lo que él quiere que creas que pasó, qué es lo que él cree que pasó y qué es lo que pasó. Todavía hay gente que cree que esta es una novela, acá hay fotos, documentos reales, material de archivo, pero hay gente que la entiende como una novela porque es la delirante historia real de un gran mentiroso. Todo eso hace que parezca ficción.

Es muy graciosa la crónica de Amorim sobre Picasso: él cree que Picasso lo saluda a través de diez mil personas, cree que cuando Picasso no le dice nada, lo está invitando a la verdadera amistad. Se convence a sí mismo y luego convence al mundo. Su mejor historia era su vida, pero no podía contarla porque implicaba la homosexualidad de mucha gente, el mundo interno del partido comunista, entre otras cosas.

Amorim deja todo su archivo, cartas y memorias, y su mujer guarda todo ese material durante 30 años para que alguien pueda en algún momento decir todo esto. Y me tocó a mí. Es como haber hecho el libro dictado por él.

Fuente: Télam

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