Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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Entre la acción y la descripción aparece ... el suspenso

En Luces de navidad, el poeta y narrador Francisco Bitar construye en una serie de cuentos una atmósfera crepuscular que afecta el transcurrir de todos y cualquiera y que en estas escenas (en esos cuentos) alcanza cierta intensidad sísmica, que cuestiona o trastoca la ilusión de la identidad.
El libro, publicado por la editorial de la Universidad Nacional del Litoral, fue premiado por un jurado compuesto por los escritores Eugenia Almeida, Elvio Gandolfo y Carlos Ríos, a la obra inédita 2014 de la provincia de Santa Fe.

Bitar nació en 1981. Es licenciado en Letras por la Universidad Nacional del Litoral. Publicó, entre otros libros, Negativas, El olimpo, Ropa vieja: la muerte de una estrella y la novela Tambor de arranque -premiada también-. Además es editor y coordina talleres de escritura.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : Estas Luces de Navidad parece engalanan los fastos del final de algo. ¿Cuál es tu opinión o tu idea al respecto?
B : Así es. Luces de Navidad forma parte de una trilogía integrada por las novelas Tambor de arranque (EMR, 2012) y otra, todavía inédita, que está descansando en un cajón. Son historias que involucran a los mismos personajes y que cuentan la vida de una joven familia, los Ferro, desde los primeros encuentros de la pareja hasta la desintegración final. Hoy, si bien esos personajes tienen algunos asuntos que resolver en mis libros, estoy escribiendo y corrigiendo otras cosas.

T : Las mujeres ¿son deliberadamente incomprensibles, deseosas, locas, hermosas o son sólo mujeres?
B : Sí, pueden ser todo eso y otras cosas más. De todas maneras, en mis cuentos, aun en situaciones críticas, las mujeres son las que tienen las cosas claras. Incluso en su locura. Es contra esta claridad que se mide, en todo caso, el desorden de los personajes masculinos.

T : Ese cuadro de desolación, las estaciones de servicio, la noche, la intemperie, no necesita de tecnología. ¿Cómo trabajaste esa ausencia?
B : Si por tecnología entendemos Internet y dispositivos móviles, lo cierto es que nunca se presentó la necesidad. En uno de los cuentos, El vestido azul, el celular forma parte de una comunicación fallida entre una chica y un chico, una comunicación que viene gastándose hace tiempo y que, con esta última frustración, termina de quebrarse. Pero en ningún caso la tecnología hubiera jugado un papel decisivo, ni en sus giros ni en la atmósfera. Mucho menos es el tema de los cuentos (aunque nunca sé muy bien cuál es el tema de mis cuentos hasta mucho después de escribirlos). Yo todavía uso el teléfono fijo para llamar a otros teléfonos fijos y en general, cuando lo hago, me atienden.

T : Los relatos tienen un aire de comedia bufa (entiéndase bien) pero no dejan de angustiar. El tempo, el ritmo parecen los operadores de ese crescendo. ¿Es así?
B : El ritmo es fundamental, claro. Sin decisiones acertadas respecto del ritmo, todo puede colapsar. Tenemos dos cosas: el avance y la detención. Saber cómo administrarlos es la clave de todo cuento, aunque cada cual tendrá su manera de ejecutarlo. En el fino equilibrio entre uno y otro, entre la acción y la descripción, aparece en el cuento esto que, para mí, es como la poeticidad en un poema: el suspenso.

T : Salta Onetti, algunos cordobeses, García Helder. ¿Puede ser?
B : Onetti puede aparecer (siempre está el deseo de convertirse, uno mismo, en una literatura). Helder sin dudas está ahí, lo mismo que Lamberti, Falco, Sergio Gaiteri, Fabio Martínez, Pablo Natale.

T : ¿Tus lecturas de verano?
B : Después de un par de años volví a mechar narrativa con poesía. Aparte de la nueva edición del genial 222 de Federico Falco, estoy leyendo y releyendo Visión de las ciudades de Gerardo Jorge y Camorra de Julián Bejarano, dos opuestos complementarios. Tengo siempre en la cabeza (al fin y al cabo el verano es el sueño de escribir y leer todos los libros atrasados) la fantasía de conseguirme los catálogos completos de mis editoriales preferidas: Iván Rosado y Nudista. Entre los extranjeros, como todos los años, vuelvo a John McGahern. Pura vitamina.

Fuente: Télam

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