Catamarca
Sabado 27 de Abril de 2024
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"Fugas", un libro que anuncia el fin del cuerpo

El último ensayo de Daniel Calmels, "Fugas. El fin del cuerpo en los comienzos del milenio", analiza a fondo los efectos de algunos hábitos -aceleramiento, mecanización, indiferencia- que en las últimas décadas han empobrecido de modo alarmante las manifestaciones corporales.
El libro, editado por Biblos, se suma a una extensa producción ensayística de Calmels -psicomotricista y escritor- que incluye los títulos: "Del sostén a la trasgresión", "El cuerpo cuenta", "Juegos de crianza", "La discapacidad del héroe", "Infancias del cuerpo" y "Espacio habitado".

La oferta de recursos tecnológicos y su uso masivo -celulares, juegos de pantalla, comidas rápidas, etcétera.-, hace que intervengan en las subjetividades del niño y el joven, y en la construcción de la corporeidad, afectando la creatividad, la participación activa y las pausas de reflexión.

El título del libro -esas "fugas" que empobrecen el cuerpo- explica Calmels, remite a aquello que al perder contención provoca un derrame de potencial creativo: "Hoy el hombre está direccionado a mirar, hablar y escuchar a través de maquinarias, vale decir que los objetos mediatizan la mirada, la escucha, los sabores, los aromas, la actitud postural...".

- Télam: ¿Qué diferencia hay entre cuerpo y organismo?
- Calmels: El cuerpo está construido y sostenido por la coyuntura cultural. La alteración en la construcción de las manifestaciones corporales, es un indicador de anomalías en el desarrollo del niño. El organismo tiene memoria genética, el cuerpo recuerdo de su génesis; el organismo habla de la especie, el cuerpo habla de la persona.


- T: ¿Vivimos con los sentidos mediatizados por la tecnología?
- C: Entre el objeto a percibir y los sensorios se interponen barreras visuales, táctiles, sonoras, gustativas. La visión y la audición, son mediatizadas por cristales o aparatos; hay situaciones en que el ojo ve a través de dos, tres o más objetos transparentes. En cuanto a la fotografía, la compulsión por registrar un instante, impide mirarlo en su contexto; el ojo de la cámara, recorta, parcializa una porción del todo.


- T: Usted afirma que la mano se empobrece al abandonar su trabajo palmar…
- C: Décadas atrás los niños utilizaban asiduamente la palma de su mano para tomar objetos, arrojar o trepar. Hoy, abandonan su trabajo palmar por primacía del uso de la yema de los dedos, apretando una tecla, rozando la pantalla, reduciendo las horas de experiencia corporal.
Pero no existe un solo cuerpo; otros niños utilizan sus manos en tareas hogareñas, o las palmas de sus manos para palpar las bolsas de residuos y sostener las varas del carrito donde transportan los desechos. Construyen sus cuerpos bajo el modelo de las condiciones socio-económicas.


- T: ¿El niño utiliza sólo las yemas de sus dedos en la computadora?
- C: Exactamente. Los teclados y las pantallas convocan a los movimientos mínimos de nuestras extremidades. No se trata de destrezas ni de contactos, pues la calidad de las secuencias de movimientos es reducida. Ni el mouse, ni las teclas, ni las pantallas producen conexión de los dedos que no se juntan, no interactúan aferrando un objeto.


- T: ¿La máquina -el videojuego- puede considerarse como un juego?
- C: Si pensamos al jugar como una práctica corporal sostenida en el deseo y que propicia imaginación, relatos y fantasía, estos juegos no lo serían. En la pantalla los varones, eligen juegos virtuales de "persecución" y "confrontación", cuya práctica real ponía a trabajar los miedos básicos y nos liberaban de tensiones.
La paradoja es que, para jugar en la pantalla, el cuerpo debe reducir sus manifestaciones a pequeños movimientos digitales; fijación del control visual sin intercambio de miradas; mantener el cuerpo en un lugar con actitudes posturales que se construyen para una acción que debe inhibirse, dejando un residuo tensional que se aloja en la musculatura.


- T: ¿"Fugas" plantea una diferencia entre lo intensivo y lo excesivo?
- C: La intensidad es confundida con rapidez o violencia física, anulando la percepción de múltiples registros en función del vértigo, siendo que puede vivirse sin necesidad de vértigo. La pasión y la contemplación son muestra de ello. La rapidez, anula la intensidad del instante y la experiencia cognitiva que nos brinda la contemplación.
El exceso crea excitación, efecto que encuentra en la niñez (y en la adolescencia) un campo propicio. Al niño actual se le ofrecen actividades excitantes: video juegos, peloteros, parque de diversiones, fiestas de cumpleaños con sorpresas y animación continua.


- T: En otro capítulo del libro, se advierte sobre una aceleración que anula la pausa reflexiva…
- C: Paul Virilio dice que estamos pasando de la reflexión al reflejo. El aceleramiento le pide al organismo que dispare respuestas automatizadas y deja marca en la construcción del cuerpo. Y si hablamos de expresión, la rapidez anula la comunicación profunda y la creatividad.


- T: Otro concepto interesante de "Fugas" es el "sujeto encarcelado", confinado en la celda de su propio cuerpo empobrecido, ¿es así?
- C: Sí. El aceleramiento, el tiempo en continuidad, son cárceles. El tiempo es más eficaz que el espacio para sitiar un cuerpo. Y un cuerpo sitiado, conectado en exceso con la maquinaria, se empobrece. La tecnología ahorra tiempo, nos colma de información, al punto de que es imposible incorporarla.
El cuerpo solo se abastece de otros cuerpos, el organismo en cambio puede beneficiarse con la tecnología. Un diagnostico por imágenes, un trasplante, recuperan la vida orgánica; en cambio el cuerpo solo cuenta con dadores que cumplen una función corporizante.

Fuente: Télam

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