Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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Guía para padres: retorno a la intuición y apuesta a las rutinas

Si bien no hay dogmas inalterables a la hora de establecer un modelo de crianza, la mejor manera de afrontar los nuevos desafíos que se imponen a padres e hijos es establecer rutinas, secuencias repetitivas que funcionen como patrones de organización, aconseja la ensayista Flavia Tomaello en su libro "Rutinas felices".
"Tienen menos infancia, demasiada oferta que les duerme la imaginación, menos ´calle´ que los hace más vulnerables...

Pero, a la vez, centenares de posibilidades nuevas que los niños de otras épocas no tenían: vínculos más estrechos con sus padres, más atentos a escucharlos y comprenderlos, aún cuando no compartan sus ideas", Así caracteriza la autora de "Qué animales somos como padres" a los niños y adolescentes de la actual generación.

Padres y docentes están inmersos hoy en una sociedad que debilita el valor de la intuición y la experiencia, instancias centrales para la tarea educadora cuyo propósito final es "abrir los ojos, dar herramientas y ayudar a crecer a los hijos", según sintetiza Tomaello, que por estos días lanzó en simultáneo los libros "Rutinas felices" (Paidós) y "Mala madre" (Urano).

La autora, egresada de las carreras de Ciencias Económicas y Comunicación Social, plantea los cuestionamientos que todo padre debería formularse para fijar las coordenadas de crianza y sostiene que el primer paso para inculcar rutinas es asimilarlas a la manera de un juego, a la vez que reivindica el valor de la intuición y un rechazo a los modelos prestablecidos.

"El instinto está ahí. No se ha muerto. Si como sujetos nos animamos a cuestionar, a indagar en nosotros mismos y a decidir qué creemos que puede estar bien, iremos dejando el espacio para que ese instinto vuelva a aflorar", destaca a Télam.

Télam: ¿Cuál es el punto de partida para empezar a pensar que las rutinas no son tan rígidas ni tan aburridas como parece?
Tomaello: Si padres e hijos intentan tomarlo como una aventura entusiasta y logran contagiar a los otros, diseñando un escenario de enormes posibles progresos y tentaciones para crecer y ser autónomos, la experiencia puede ser divertida para todos.

Si por toda estrategia se tiene un enunciado como "antes de dormir hay que lavarse los dientes", el resultado será una presa fácil de confrontación. El niño tomará ese dicho como un deseo de los padres, algo que ellos quieren que él haga, pero no encontrará el motivo por el cuál se debe hacer y qué beneficios le sacará él a esa experiencia. Mucho peor será la escena si a los dichos les sigue la ausencia de hecho concreto por parte de los padres.

Aunque los adultos serán los que empiecen a lavar los dientes a los más chicos, si el niño ve a sus padres hacerlo querrá imitarlos, experimentar por su cuenta, adoptará posiciones o gestos que vea y, casi sin darse cuenta, se acostumbrará a la rutina y él mismo la reclamará ante una posible omisión.

¿Los nuevos padres tienden a actuar en contraposición automática a los valores bajo los que fueron educados?
En principio comparto la idea de la no receta. Deberíamos descubrir qué queremos de la crianza que damos, cómo lo hacemos, hacia dónde vamos. Preguntarnos más y seguir menos "la receta x". No quiere decir que ese método "x" sea negativo, sino que sería interesante plantearse qué me sirve de él a mi y a mi familia.

"Los niños saben lo que quieren pero no lo que necesitan", sostenés en el libro ¿La tarea educadora consiste en equilibrar esa tensión, abastecerlos en lo que necesitan sin dejar atender a lo que desean?
Cuando un niño tiene hambre tal vez desee una hamburguesa y nosotros consideremos que es mejor que coma un bife. En cuestiones básicas, los padres deberán ser un poco menos flexibles en cuanto a lo que los niños quieren. Por ejemplo, no permitir que la primera vez que salgan solos vuelvan a la madrugada aunque deseen hacerlo.

La frase se refiere más a aquellos padres que muchas veces prefieren acatar el deseo del niño para evitar el enojo. Padres cansados, agotados con la jornada, hartos de tanta demanda cotidiana bajan los brazos cuando a las diez de la noche ante la indicación de ir a dormir los niños reclaman otra hora más de play o de tele.

Mantener principios como papás requiere de energía y no siempre hay disponible. Aún así, los padres tenemos responsabilidades porque estamos moldeando fortalezas en los niños.

¿La equiparación entre éxito y felicidad que marcás en el texto se le plantea a los padres como una encrucijada o los chicos, en la relación entre pares, también experimentan este mandato de ser exitosos para ser felices?
Los chicos son un paño en blanco en esta materia. Mediatizados por la publicidad, los medios, las ideas de sus padres y su entorno, comienzan a marcar una lectura que les es ajena, impuesta, y responderán de modos diferentes proyectándose en el tiempo, pero la tendencia estará determinada por los principios de socialización que se le inculquen, no tanto en el discurso, sino más bien en los hechos.

De todas formas insto a que cada uno elija su camino. Cada hogar impondrá sus definiciones al respecto y actuará en consecuencia. Es natural que si las elecciones han sido conscientes, el entorno social y escolar concuerde con esas valoraciones.

Algunos especialistas coinciden en que no hay que satisfacer inmediatamente la demanda de un niño porque si se satisface rápido los padres no se enterarán qué hay detrás de ella ¿El tiempo y la paciencia son esenciales para medir adónde conduce cada demanda?
Nada de lo que se haga en materia de educación para con los hijos será resultado de una indicación, de un día. De modo que la paciencia es la masa madre del pan de la crianza. Las demandas, en tanto, son un juego un poco perverso. Los padres de hoy, por ejemplo, no toleramos el aburrimiento de los chicos y así las vacaciones de invierno son una maratónica corrida de ofertas.

Los padres cuentan hoy con una batería de recursos para que los chicos no se aburran. La atención de las demandas debe pasar por un prisma lógico, donde cada uno elaborará sobre qué temas responderá y sobre cuáles no. A la vez, tendrá que ejercitar el aprendizaje sobre el propio hijo. Otra vez volvemos al mismo mensaje: no hay recetas.

Fuente: Télam

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