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Viernes 26 de Abril de 2024
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SOCIEDAD

Historias de famosos y criminales en Caballito

Un tour nocturno por ese barrio, que se realiza los primeros sábados de cada mes, recorre historias de personajes y fantasmas que habitaron el lugar. La recorrida dura dos horas y transita por las historias tanto de Charly García como de Juan Domingo Perón, entre otros.
(DIARIOC, 09/11/2008) En el barrio porteño de Caballito hay gente que cree en fantasmas, al menos como entidades poéticas, y hasta organiza visitas nocturnas para ir a buscarlos bajo el ombú del parque Rivadavia o en insospechados recovecos en las cordilleras de cemento que bordean la avenida homónima.

La singular expedición se realiza los primeros sábados de cada mes y suele convocar a una veintena de visitantes, generalmente de 50 años para arriba, con más curiosidad que espíritu de aventura.

Con fruición de escolares, se encolumnan tras el relato ameno y erudito de Marina Bussio y Héctor Núñez Castro, una pareja de coleccionistas de historias y leyendas que desde hace 15 años edita el mensuario Horizonte (www.caballitotequiero.com.ar) y nutre el acervo de la Junta de Estudios Históricos del barrio.

"Nuestra pasión es el barrio", sostiene Héctor, como si hiciera falta después de haberse casado en el tranvía histórico de Caballito.

"Nos hemos propuesto que la gente conozca el barrio, porque no se puede querer lo que no se conoce", dice Marina. Ambos organizan una exposición de fotos históricas en el Club Italiano, para participar de la Noche de los Museos, el 15 de este mes.

El barrio da tela para cortar. Difícilmente pueda vérselo como el ombligo del mundo, pero es el centro geográfico de la ciudad, tuvo el primer tren (La Porteña), el primer subte (A), el primer colectivo (1) y, en el complejo El Hogar Obrero, el primer edificio inteligente y el primer supermercado porteño.

En Caballito estudiaron Juan Perón y Charly García, entrenaba José Angel Firpo, Manal ensayaba y Severino di Giovanni se reunía en secreto con su amada América Scarfó, alumna del Normal 4.

El plato fuerte de las dos horas del paseo son sus historias de amores y tragedias, como la del genovés Nicolás Vila, que en 1821 compró una posta de carretas en lo que hoy es Rivadavia y Emilio Mitre, la transformó en pulpería y le puso la famosa veleta de latón con forma de caballito que sería referencia para la zona.

En 1929, Vila fue asesinado por un soldado del general Lavalle, por interponerse en los amores de éste con una criada suya.

También el amor disparó la tragedia en casa de los Lezica, cuando una atractiva planchadora negra dejó encandilado al joven hijo del patrón: ella terminó degollada y su enamorado colgado de un eucaliptus que Sarmiento había regalado a la familia.

Antes de ser la quinta de Ambrosio Lezica, el predio de cuya expropiación nació en 1928 el parque Rivadavia fue a principios del siglo XIX una viña del francés Antoine Ancely.

Según La Nación del 11 de abril de 1874, el quintero de los Lezica mató de un escopetazo a un ladrón que escapaba con un bulto de una habitación de la quinta. Pero el muerto era Ancely, ya octogenario, quien quizás sólo fue a buscar algo a la que su mente senil aún consideraba su casa. El homicidio quedó impune.

{adr}Ya en 1996, Marcelo Scalera murió allí por los golpes recibidos durante una batalla entre grupos punk y anarquistas que asistían a un homenaje a Walter Bulacio -víctima de maltrato policial- quienes se sintieron provocados por los "skinheads" reunidos en un puesto con literatura de extrema derecha. No hubo procesados.

Muy cerca, en José María Moreno y Rivadavia, pero en 1906, el niño Cayetano Santos Godino, de menos de diez años, se llevó a una nena italiana de tres o cuatro y la ahorcó con un cordón en un baldío de la calle Río de Janeiro, en uno de los crímenes que después lo harían famoso como "El Petiso Orejudo".

En Primera Junta, en 1927, el anarquista español Buenaventura Durruti -que murió nueve años después en la Guerra Civil Española- mató de un tiro al agente Núñez tras asaltar la boletería del subte para "expropiar" la recaudación de la línea. Luego descubrió que sólo se había llevado un cofre vacío.

Los guías que cuentan estos episodios, también dan charlas en escuelas, dictan talleres de historia barrial y pelean por recuperar la veleta del caballito, hoy en el museo de Luján, y la Fuente Catalana del parque Rivadavia, que un ignoto cura exilió a la plaza San Martín porque exhibía una doncella desnuda.

Saben que Charly cursó con Nito Mestre en el colegio Dámaso Centeno; que Perón fue pupilo del Instituto Politécnico, donde hoy hay una tienda C&A, y que Firpo, "el Toro Salvaje de las Pampas" entrenaba en el subsuelo del Café de los Japoneses, en Rojas y Rivadavia, donde ahora hay una feria franca.

El trío Manal -cuentan- compuso "Avenida Rivadavia" en el bar El Coleccionista, antes El Cóndor, en Rivadavia y Florencio Balcarce, y en el quinto piso de ese mismo edificio vivía y se divertía con un telescopio el escritor Conrado Nalé Roxlo.

El centenario Mercado del Progreso frente a la Plaza Primera Junta, la vieja panadería Roma y las muchas veces remodelada confitería El Grecco también forman parte del paisaje caballitense a descubrir, con miles de historias y anécdotas.

La visita termina y nadie discute si los fantasmas estaban allí, todos están contentos de que la historia deje huellas en los escenarios en que transcurre y que haya gente como Marina y Héctor, capaces de seguirlas y felices de mostrarlas.

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