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Viernes 26 de Abril de 2024
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La autora española María Dueñas presenta su novela "La templanza"

En La Templanza, la tercera novela de María Dueñas, la autora española nos traslada a mediados del siglo XIX para recrear una época de cambios -tanto en España como en América- a través de la historia de un hombre que está dispuesto a arriesgarlo todo y no le teme a los vaivenes del destino.
Un itinerario que lo llevará de México, a La Habana y a cruzar nuevamente el Atlántico rumbo a Jerez, una ciudad española adonde llega por el azar de una carambola, cuyo efecto trae aparejado la pasión y una nueva apuesta, quizás la definitiva.

María Dueñas (Puertollano, Ciudad Real, 1964) es doctora en Filología inglesa. Tras dos décadas dedicada a la vida académica irrumpe en 2009 en la literatura con El tiempo entre costuras, a la que sigue en 2012 Misión Olvido" Ambas ha sido traducidas a 35 lenguas, con más de cinco millones de ejemplares vendidos en todo el mundo.

De visita en Buenos Aires para participar en la Feria del Libro la autora conversó con Télam acerca de su última novela, recién publicada por Planeta.

Hay un trabajo con la psicología de tus personajes, intentás describir sus contradicciones ¿Tenés esa percepción?
Son personajes como todos, con nuestras grandes luminosidades y nuestras más siniestras miserias. Quiero esa carga de humanidad, no quiere héroes absolutos, que ellos muestren también su mezquindad, el egoísmo, la ilegalidad o la altanería.

El protagonista no teme arriesgarlo todo en un segundo...
Mauro ha arriesgado siempre, si no lo hubiera hecho seguiría en su mísera aldea de Castilla, con la mísera herrería de su abuelo. Él se arriesga, agarra a sus niños muy chiquitos, cruza el océano sin saber que le va a deparar esa nueva aventura, sin saber si va a morir en el fondo de una mina de plata hasta que sale adelante, cuando en México vuelve a perder todo se arriesga de nuevo. Y su riesgo más temerario es una partida de billar en La Habana, pero claro eso es pura ficción.

Luego de esa mujer entrañable, Sira Quiroga, que creaste en Tiempo entre costuras ¿cómo te fue con un protagonista varón?
Me ha resultado muy cómodo, pensé que iba a ser un reto más fuerte, es un hombre con todas las de la ley, pero al final es un ser humano. También hay dos mujeres que tienen su influencia en la vida de Mauro: Carola Gorostiza y Soledad Montalvo.

El título de tu libro da nombre a una bodega, aunque puede aplicarse a una virtud que en Mauro despierta hacia el final...
Sí, la novela tiene más de 500 páginas y salvando las 20 últimas Mauro va desbocado, precipitado de urgencias, impetuoso, tiene de todo menos templanza. Al final, cuando su vida da un vuelco dramático llega la templanza. Es un hombre que en ese correr ha olvidado emociones, sentimientos, tiene claro sólo a sus hijos. Conoce a Soledad en el momento más vulnerable de su vida, casi derrotado.

¿Por qué la ciudad de Jerez como escenario principal?
Yo quería volver a mirar aquel Jerez bodeguero del siglo XIX y sobre todo a la vertiente del comercio con Inglaterra en ese entonces. Yo soy filóloga inglesa y toda la vida he conectado con el mundo británico y la relación que hubo con esa ciudad.

¿Cómo fue la evolución del negocio del vino en Jerez?
Jerez es nombrada desde la Edad Media, el comercio del vino ya estaba presente, la ciudad aparece mencionada por la sociedad y la literatura inglesa (desde Shakespeare hasta Agatha Christie), pero es verdad que en el siglo XIX hay una serie de cambios cuando se instauran bodegas legendarias y lo que simbolizan éstas -en términos económicos- por generaciones, algunas continúan hasta ahora.

Durante siglos hubo un gremio muy potente que regulaba la actividad, ponía las normas de cómo elaborar el vino, cómo comercializarlo, muy estricto y segmentado: el que cultivaba el vino, no lo podía comercializar y esto provocó muchos pleitos hasta su abolición. En esos años nació la figura del bodeguero global, estaba en el negocio de principio a fin y era un gran exportador. Ese cambio de mentalidad lo convirtió en un empresario moderno para la época. Y era la figura que me interesaba recomponer.

¿Cuánto tiempo te llevó documentarte?
Siempre estoy unos tres o cuatro meses sin escribir una línea, tramando la novela, la hoja de ruta, pensando. Visito los lugares y cuando tengo las coordenadas más o menos claras escribo.

Sin embargo te cuidas en no apabullar con datos...
Exactamente, investigo mucho, saco información pero luego la exprimo, dejo que salgan unas gotas nada más. Como lectora no me gusta entorpecer la narración y por eso dosifico los datos para que no se noten. Pongo nada más que la sal y la pimienta.

Los otros dos escenarios de la novela son México y La Habana en un período de grandes transformaciones...
Documentándome sobre Jerez, supe que alguna de aquellas bodegas, varias del siglo XIX fueron establecidas con capitales que venían de América por los indianos: españoles que vinieron a América e hicieron fortuna, y después de la independencia de las colonias volvieron a la madre patria para invertir esos capitales en negocios prósperos como el vino en esos días.

Me parecía interesante para mi protagonista Mauro Larrea, usar ese molde del indiano salvo que en vez de ser uno convencional, cargado de dinero, él viene solo con la fachada, sin nada, dispuesto a recuperarse en España.

Tu escritura tiene una impronta muy visual, es fácil imaginarse lo que contás, algo que se vio en Tiempo entre costuras, y luego en su adaptación a la televisión en una serie.
Sí, justo cuando escribía el libro, la estábamos mirando por televisión en Antena 3, quise voluntariamente blindar la novela para evitar el contagio. No quería un guion automático, no he querido llevarme por esa tentación, pero es verdad que la novela es muy visual, me gusta crear esos escenarios evocadores con algo de nostalgia, sobre todo La Habana, una ciudad muy ligada a los españoles.

¿Cómo te cambió la vida el éxito de Tiempo entre costuras?
No tanto como parece, dejé la universidad, creo que es el cambio fundamental. El proceso de escribir una novela es bastante similar a cuando investigaba, encerrada con mis proyectos académicos. El contacto con la docencia a diario hoy lo hago con los lectores, con los medios. Y me he esforzado en poner un freno para que esto no desboque mi vida.

En la literatura ¿qué rol juega la académica?
Yo utilizo mi mente académica, soy metódica, estructurada, intento al escribir que todo fluya de la manera más natural, pero siempre el procedimiento es muy riguroso, es como estoy acostumbrada a trabajar y como lo hago más seguro. Dosifico, planifico, organizo y ya...

Fuente: Télam

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