Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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La conquista de la palabra

En La dificultad, el ensayista y escritor Tomás Abraham, abre un nuevo formato en su producción y compone una suerte de novela de iniciación entre ciudades y continentes a los que el personaje central accede por diversas vías, regias (o existenciales), con el objeto de conquistar la palabra, su palabra.
El libro, publicado por el sello Random House Mondadori, replica en ocasiones algunos períodos de la vida (y de las dificultades) que atravesó el propio autor como otro.

Abraham estudió sociología y filosofía en París durante los sesenta. Participó de las revueltas del mayo francés. Entre sus profesores, Etienne Balibar, Jacques Ranciere, Alain Badiou, Louis Althusser, Michel Foucault. En la Argentina, fundó el Colegio Argentino de Filosofía (CAF) y el Seminario de los Jueves.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : La dificultad no parece, a lo largo de la novela, una sino diversas. ¿Esto es así?
A : Toda la historia se mueve entre dificultades. La tartamudez. La relación de Nicolás con su padre. Su amor con Brisa. Los últimos tiempos de su estadía en París, etc. Pero no hay una permanencia ni un atascamiento en la dificultad. El movimiento es constante, desde las fugas, a la aceleración de los encuentros.

T : Ya has dicho que el libro no es una autobiografía. Ahora bien, ¿podría pensarse como una novela de iniciación a la manera del joven Torless, o una novela familiar de neurótico (desplazada sobre algún eje)?
A : Evoca al bildungsroman, novela de aprendizaje o iniciación, de Goethe a Hesse. Puede ser considerada una novela familiar de un neurótico como una novela siniestra de un esquizo, o como lo que creo que es: la creación de un mundo entre tres ciudades, y la conquista de la palabra.

T : Se lee un fortísimo elogio de la amistad, la perseverancia y el amor. ¿Qué pensás?
A : No hay elogio a la amistad, sino que en la historia hay amigos. R, Isidro, Ariel. Con cada uno la amistad es diferente. Hay lealtades y traiciones. El amor duele, es imprescindible, tanto, que angustia. Y la perseverancia, es inevitable, para no quedar atascado en la dificultad, y, aunque suene paradójico, para permanecer en ella.

T : En sus primeros años, en sus viajes, a la vuelta, el personaje está siempre un poco aparte, esperando, ¿intentando salir de una especie de jaula de oro?
A : No es de oro, tiene barrotes de humo. El dinero del padre no brilla, Nicolás no lo quiere, por eso va a la fábrica. En ningún momento de la novela, Nicolás espera, no tiene tiempo, provoca los acontecimientos.

T : Se te lee (o se te escucha decir) que los psicoanalistas, en la Argentina, son una plaga. El psicoanálisis, ¿es una experiencia existencial o terapéutica?
A : Yo no dije eso, aunque haya salido en un reportaje. El que dijo que son una plaga fue Freud, cuando iba para los Estados Unidos. En la novela, Nicolás pasa por una psicoterapia existencial, otra kleiniana, el hipnoanálisis; y sigue con el yoga, la iniciación en una secta de un gurú de la India, el hashish, los lisérgicos, el peyote. Hay varios ingresos a la temática existencial como para privilegiar alguna.

T : En todo caso, entre la diversidad de entradas a la temática existencial que Nicolás provoca, ¿qué es lo que está buscando?
A: Busca hablar.


Fuente: Télam

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