Los Obispos argentinos han emitido en el mes de diciembre del año 2007 un documento titulado “La droga sinónimo de muerte”, en el que indican: “Hemos recogido el eco doloroso de muchas familias de todo el país, cuyos hijos quedaron atrapados por los efectos de la droga y sus secuelas de muerte y destrucción… La droga y su comercio de muerte se han instalado entre nosotros; entró para quedarse en la escuela, en el club, en la esquina, en los boliches y recitales, en la cancha, en las cárceles y hasta en los lugares de trabajo. Tan flagrante marginación de nuestros niños y jóvenes nos produce mucho dolor y ´la Iglesia no puede permanecer indiferente ante este flagelo que está destruyendo a la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones´”.
La presencia de este mal, que se ha instalado en nuestra sociedad argentina y catamarqueña, está haciendo estragos, llevándose la vida de muchas personas, varios de ellos casi niños, que buscan falsas ilusiones, falsas felicidades, que los llevan a un camino sin retorno que termina con su propia vida.
El avance de este mal se debe a personas con vacío existencial, que no encuentran sentido a sus vidas, y no encuentran “buenos samaritanos” que se acerquen a ellos para compartir, para dialogar, para darles ese amor con que Dios nos ama a cada uno de nosotros.
¿Cómo vamos a enfrentar este mal?
-En primer lugar aceptando su existencia y buscando cómo combatirla.
-Dialogando sinceramente sobre este problema los adultos con los más jóvenes, especialmente en la familia, la Iglesia y los centros educativos.
-Promover una cultura de la vida, fundada en la dignidad trascendente de toda persona humana, llamada a ser feliz y a vivir libre de toda esclavitud; cuánto más de estos falsos paraísos de la droga.
-Despejar la falsa ilusión de que de la adicción se entra y se sale fácilmente. Por supuesto que muchos, con gran esfuerzo y apelando a diversas ayudas y tratamientos, podrán recuperarse. Recordemos que siempre el amor de Dios se acerca a quienes se disponen a crecer en dignidad: “En el mundo tendrán tribulaciones, pero no teman, Yo he vencido al mundo” (Jn. 16,33).
-Denunciar y perseguir a los mercaderes de la muerte que con el escandaloso comercio de la droga están destruyendo a la humanidad, especialmente a las nuevas generaciones, para lo cual deben concurrir todos los recursos con que cuenta nuestro Estado de derecho, en una lucha frontal contra el tráfico y el consumo.
-Anunciando a Jesús, Camino, Verdad y Vida, con la Palabra y con el ejemplo.
-Celebrando a Jesús en la familia, con los amigos y sobre todo en la Eucaristía fuente y culmen de la vida cristiana.
Que Nuestra Madre del Valle nos guíe y proteja en este camino de sembrar la cultura de la vida en la tierra, para luego tener la vida eterna en el cielo.