Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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La paz es un sueño; la guerra, una pesadilla

La psicoanalista francesa Marie-Hélene Brousse, de quien se acaba de editar una compilación titulada El psicoanálisis a prueba de la guerra, explica por qué los conflictos bélicos importan a su práctica y qué ha cambiado en ese interés desde los escritos de Freud hasta los de Jacques Lacan, absolutamente vigentes en un siglo XXI caracterizado también por la segregación, el cambio de discurso, los avances de la ciencia y la centralidad de las minorías.
Doctora en psicoanálisis, profesora en la Universidad de París VIII, agregada en Filosofía, también se considera feminista. Es miembro de la Escuela de la Causa Freudiana de París (ECF), y de la Asociación Mundial de Psicoanálisis (AMP).

Esta es la conversación que sostuvo con Télam desde la capital francesa.

T : Si no existe guerra sin discurso, ¿qué cambió -además de las teorías de Freud- entre la primera y la segunda guerra, y después, durante la llamada guerra fría y luego, después del 11-S?
MHB : Cambió el discurso. Bajo la presión de distintos elementos, el reino de un significante amo (S1) se acaba: en lo real, con los avances de la ciencia; en lo simbólico, con los enfrentamientos, como dice Lacan, con discursos minoritarios. Lo imaginario acompaña estos cambios con los procesos de rivalidad y competencia (concurrence). Lacan llama a estos momentos de cambio crisis de la pregunta por la verdad. Los avances de la doxa, es decir, loa cambios en el discurso del amo, se producen en esos momentos de crisis, respecto a la verdad de un momento histórico. La guerra fría se reduce a dos tipos de verdades enfrentándose, compitiendo hasta que uno se impone. La caída del muro de Berlín marcó la victoria del discurso del capitalismo. Despues del 11-S, se manifiesta la subida de otro discurso, presentándose como religioso, challenger del capitalismo. Por ejemplo, hay bancos musulmanes con sus propios valores y reglas. No fueron víctimas de la crisis bancaria de las subprimes por tener otras reglas en relación con el uso del dinero. Uno de esos bancos acaba de instalarse en Alemania. Los turcos instalados en Alemania eligen esos bancos. El discurso amo no es sino un modo de goce que se considera el único posible.

T : Los mercados comunes, la segregación, ¿han crecido, objetivamente, desde que Lacan hablara de ello, o es un movimiento epocal que el propio Lacan dedujo?
MHB : En efecto, lo que dice Lacan en los sesenta se verefica totalmente. Lo universal es la consecuencia lógica del imperio del Uno; incluso cuando se modifica este Uno, pasando del Padre y su evaporación al imperio de otro Uno, esencialmente el Uno del discurso matemático. La mayor universalidad, en la economía global, en el saber -el de la ciencia-, en la difusión de la información tanto como en la de los objetos mercantiles, eso es lo que produce mayor segregación. Pero una segregaciónn voluntaria, la de las minorías, que se constituyen a partir de una referencia a unos supuestos orígenes (siempre perdidos) o a cualquier modo de goce. La segregación ahora es un modo de gobernabilidad: como tal, se llama diversidad y se agrega, interpretando, al principio de Igualdad de los Derechos Humanos de las Luces.

T : En cualquier caso, ¿por qué la guerra, más allá de los sujetos, importa al psicoanálisis?
MHB : La guerra importa al psicoanálisis desde la primera guerra mundial. Fue con los traumatizados de entonces que Freud cambió su topología. La guerra cumplió, para Freud, la misma función de objeción al principio de placer que la pesadilla. En la guerra se puede estudiar el lazo entre lo simbólico y lo real. La paz es un sueño; la guerra, una pesadilla. La guerra entonces despierta el nudo entre real y lenguaje, que de manera mítica, Freud llamo pulsión de muerte.

T : ¿Puede preguntarse un analista si ahora se vive mejor que antes (digamos, antes de la invención de los sistemas inmunológicos), sin caer en una obviedad?
MHB : Para un analista, el único valor es apuntar a los ideales de vida de cada sujeto en su singularidad. Del lado de la objetividad, es decir, bajo criterios precisos (duracion de la vida, dolor físico, etcétera), se puede hablar de mejoría. Pero no se puede del lado del sujeto y de su modo de goce.

T : El mito fáustico (vivir más tiempo a cambio de vaya a saber qué), ¿es un deseo que organiza la existencia del viviente? Si lo fuera, ¿por qué cree usted que es así?
MHB : Lo que organiza la vida de un serhablante es el lenguaje; vive en él, es su realidad, de la cual no puede salir; el serhablante es un efecto de significantes sin sentido; el lenguaje es el lugar de las satisfacciones y de los objetos. Este Otro lo considera completo y le permite pensarse así también. El psicoanálisis, como experiencia de discurso, permite descubrir que este Otro al cual ceemos es incompleto, inconsistente. La muerte en este sentido funciona como una figura fundamental de lo real, como dice Lacan en el Seminario XXI: como límite de las palabras. Lacan, en la conferencia de Lovaina, acentúa esta función de límite de la muerte. Limite a los goces de la lengua y de la palabra. Es un límite que puede producir un mito.

T : Finalmente, le pido una pequeña reflexión sobre su participación en las reuniones que organizó la ONU respecto a las mujeres, el género y el empoderamiento en el siglo XXI?
MHB : Bueno, se trató de una Babel de discursos. Cada uno en su delirio. El sexo, reducido al género, que opera identificaciones simbólicas e imaginarias. El empoderamiento de las mujeres, en estrategias para poseer el falo, que como Lacan dice en el Seminario V, no le falta a las mujeres. Y la solución a la guerra de los sexos, pues más género. La inclusión es el significante que reemplaza a la fraternidad de la revolución francesa de 1789.

Fuente: Télam

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