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Le pagan un helado con 12 mil pesos, se cobra 5 y devuelve todo el resto

El hombre se dio cuenta de que su clienta había tomado la billetera del padre.
(DIARIOC, 05/11/2009) Si ya es difícil conseguir cambio para dar el vuelto cuando un cliente paga con cien pesos, un heladero de la localidad mendocina de Rivadavia se vio en el aprieto de "dar el vuelto" de 12 mil con los que una joven clienta - de sólo tres años- le había pagado el helado.

Al parecer, la chica encontró la billetera a su papá sobre la estufa de la casa y se la entregó directamente a Luis Tapia, un vendedor ambulante de 43 años, para pagarle dos helados por 5 pesos. Cuando el hombre abrió la billetera encontró 9 mil pesos en cheques y 3 mil efectivo que el padre de la chica, un odontólogo de Rivadavia llamado Gustavo Doña, había recibido de una venta de vinos que había cerrado ese día, según informó hoy el diario Clarín.

El episodio ocurrió el 22 de octubre pasado, a la hora de la siesta, cuando Paula, de tres años, quiso comprar un helado para ella y otro para su hermanito, Marcos, de dos. Apenas escuchó que se acercaba Tapia, le pidió dos helados por debajo de la puerta de su casa, ya que por razones obvias no tenía permitido salir sola. Tapia, apodado "El Chauchón" en Rivadavia, se agachó para pasarle los helados y recibió el inusual pago de una billetera de cuero cargada con 12 mil pesos.

Después de cobrar lo que le correspondía, el heladero, un hombre humilde que trabaja en la calle desde los 10 años, devolvió a la chica el resto del dinero y Paula se fue a donde estaban sus padres. "Casi me desmayo cuando vi a la nena con la billetera y la plata desparramada", declaró Doña tras el eipsodio. En seguida, se acercó al portón de su casa no para agradecer el gesto de Tapia, que ya había seguido camino, sino para asegurarse de que "no se hubiera caído algún billete".

Dos días más tarde, el propio heladero le relató al odontólogo lo que había pasado y, en recompensa, Doña se comprometió a colocarle una dentadura postiza.

"Mis padres me enseñaron a no quedarme con lo ajeno, deben estar orgullosos de mí", comentó Tapia al diario El Sol , de Mendoza. Sus padres murieron cuando el tenía sólo 10 años, tras lo cual trabajó de lustrabotas y de vendedor ambulante de helados en el verano. Hoy vive en el barrio San Isidro, de Rivadavia, con su mujer e hijo, y todos los días recorre 25 kilómetros en bicicleta para vender helados.

Fuente: Minutouno.com

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