Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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Lo real es en sí mismo traumático

En Lo indecible. Clínica con lo traumático, la psicoanalista Gabriela Insúa despeja la confusión entre trauma y acontecimiento traumático, conceptos de la práctica psicoanalítica que han sido infectados por otro concepto, el de estrés postraumático, tributario de la psiquiatría, y que sólo comparte con el acontecimiento el carácter de su imposibilidad de inscripción significante.
El libro, publicado por la casa Letra Viva, estudia cada uno de estos fenómenos y propone una política o una clínica para tratar incluso casos límite.

Insúa es supervisora y docente de Equipos de Salud Mental en varias instituciones hospitalarias, supervisora del programa de prevención y abordaje de la violencia familiar y el abuso sexual infantil y miembro de Lacantera Freudiana y del Centro Trama.

Esta es la conversación que sostuvo con Télam.

T : ¿Hay algo indecible en el trauma? ¿A qué trauma te estás refiriendo?
I : El trauma es en sí mismo indecible. Pero, aclaremos: los que nos ocupamos de pacientes atravesados por acontecimientos traumáticos hacemos una diferencia fundamental: llamamos trauma al trauma sexual freudiano; es decir, a lo que impacta necesariamente en el sujeto cuando llega al mundo en estado de completa indefensión, que Freud llamaba Hiflosigkeit , el desamparo original, al que Lacan llamó prematuración del humano, un estado de inermidad donde necesita a un otro como agente para toda su actividad vital. En esa asistencia, ese otro lo baña con su deseo o como dice Serrat, le transmitimos nuestras frustraciones con la leche temprana y en cada canción; también nuestras ilusiones, nuestro deseo. Esto es fundamental y lo esperable para que un sujeto pueda ir armando su estructura pero así como es maravilloso, es traumático porque todo viene del Otro, sin posibilidad, en los inicios de ninguna intervención del recién nacido salvo su grito que pide y que se convertirá en llamado si ese Otro escucha y sale al encuentro. Ese es el trauma estructural. El acontecimiento traumático, en cambio, es todo aquel hecho que por su carácter de imprevisto, excesivo en el quantum de energía que impacta sobre el sujeto, lo somete a un arrasamiento tal que es como si se provocara un boquete en el entramado significante. La diferencia entre el trauma estructural y el acontecimiento traumático es que mientras el primero es el resultante de un proceso de tiempos lógicos, lenguaje, en el acontecimiento se trata de un suceso que impacta con un quantum de energía imposible de ligar y con la incertidumbre como fundamento, provocando consecuencias devastadoras en el sujeto. Algunos autores, Colette Soler en su Conferencia sobre el trauma, por ejemplo, lo llama forclusión de un significante o de un acontecimiento (diferenciándolo de la forclusión del Nombre del Padre). Francoise Davoine y Jean Max Gaudilliere también hablan de forclusión, en otros términos: un real salido de discurso y con imposibilidad de inscripción. Su estatuto es del orden de lo forcluído, pero no de la forclusión del Nombre del Padre sino de la forclusión de significantes, de trazos de historia que no consiguen inscripción. Encontré en los griegos un término para describir ese estatuto: Alogón, algo por fuera de la lógica, de la proporción, de la palabra. Maurice Blanchot dice en Entretien infinit: Imposible de olvidarlo, imposible acordarse de ello. Imposible también cuando se habla de ello, de hablar de ello.

T : ¿Existe un trauma en el encuentro con lo real, o lo real es en sí mismo traumático? ¿O bien resulta traumático cuando retorna?
I : Por lo que decía en la primera pregunta sobre el desamparo original, lo real es en sí mismo traumático. A lo largo de la vida (y a lo largo de un análisis) hay encuentros con lo real, esto que vos llamas retornos, momentos que Lacan llamaba tyché y que tienen ese carácter de energía no ligada, de falta de representación, pero que son justamente encuentros con lo real que nos habita, con aquello que de la estructuración subjetiva quedó sin representación posible. Pero el acontecimiento traumático, para decirlo de un modo muy ligero, es algo que viene del exterior -en el caso por caso, en lo que para quien se constituyó como acontecimiento traumático- te diría, mencionando sólo algunos de los acontecimientos atravesados por los pacientes que he visto: los efectos de situaciones de guerra, Cromagnon, las víctimas de la tragedias ferroviarias, la pérdida de un ser amado, el abuso sexual.

T : El llamado estrés postraumático, que yo sepa, no es un concepto de la clínica analítica sino de la psiquiatría. ¿Existe como entidad clínica? Si fuera así, ¿cuál es su rasgo diferencial?
I : Cierto, el estrés postraumático es un concepto psiquiátrico. Ha sido fundamental en la historia de la clínica con lo traumático porque se empezó a ubicar a partir del trabajo de la psiquiatría en las catástrofes. Pero no tiene entidad clínica y su desventaja fue que estandarizó esos efectos, construyendo protocolos para lo traumático con lo cual producía un nuevo arrasamiento en el sujeto: cosificarlo como traumatizado.

T : Sobre las consideraciones antropológicas que hacés al inicio del libro. ¿Podría decirse que el sujeto de la ciencia tiene una capacidad inmunitaria menor que el de las sociedades frías que estudió, por ejemplo, Lévi-Strauss?
I : Diría que el sujeto abordado por la ciencia tiene una posibilidad de saber hacer con lo que le pasa menor, porque es arrasado nuevamente al ser cosificado por gran parte de las neurociencias y de los abordajes cognitivos. En Estados Unidos se sigue investigando con el Propanolol, la pastilla para olvidar, un fármaco que intenta que quien ha sufrido un acontecimiento traumático lo olvide químicamente. Es devastador. La posición clínica de quienes en el psicoanálisis nos ocupamos de esta cuestión es la de no intentar olvidar lo que no tuvo nunca posibilidad de inscripción, porque es un contrasentido, ¿cómo olvidar lo que nunca se inscribió, lo que no es texto? Y tampoco interrogar ese hecho al modo del abordaje tradicional del psicoanálisis. Resulta, a mi modo de ver bochornoso, y los pacientes lo traen casi como una vejación, que a quien viene luego de un acontecimiento traumático, sobre el acontecimiento mismo o sobre algún efecto del mismo (una alucinación que no es psicótica sino efecto del boquete en el entramado del que hablábamos antes) se le pregunte: ¿Y a usted que le ocurre con eso? Francoise Davoine habla en cuanto al abordaje de psicoanálisis al revés. Con ciertos lineamientos tomados de los psiquiatrías que trabajaban en las trincheras durante la primera y la segunda guerra mundial (Rivers, Otto Wills, Salomon): proximidad, simplicidad, inmediatez, para la irrupción, entre paciente y analista, de la creación de un significante que haga borde al efecto de arrasamiento del acontecimiento traumático.

Fuente: Télam

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