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En la Fiesta del Santo Cura de Ars

Los Párrocos de la Diócesis celebran su día

La Parroquia es una comunidad que nos involucra a todos; estamos llamados a vivir en ella nuestra vida cristiana y a expresar desde ella la misión evangelizadora de la Iglesia.
(DIARIOC, 04/08/2008) Hoy, lunes 4 de agosto, Fiesta del Santo Cura de Ars, se celebra el Día del Párroco. En todo el territorio de la Diócesis de Catamarca, hay 27 sacerdotes que tienen a su cargo el cuidado pastoral de una parroquia. Se trata de uno de los destinos pastorales que mejor expresan la figura del sacerdote Pastor. “Yo soy el Bueno Pastor”, dice Jesucristo (Jn. 10).

Por su parte el Documento de Aparecida, surgido de la 5º Conferencia General del Episcopado de América Latina y del Caribe, dice: “El párroco debe ser un auténtico discípulo de Jesucristo” y, al mismo tiempo, “un ardoroso misionero que vive el anhelo de buscar a los alejados y no se contenta con la simple administración” (cfr. Ap. 201).

¿Quién fue el Cura de Ars?

Su verdadero nombre fue San Juan Bautista María Vianney, pero en todo el mundo es conocido con el nombre de Cura de Ars. Nació en Dardilly, en las cercanías de Lyon (Francia), el 8 de mayo de 1786. Tras una infancia normal, a los diecisiete años Juan María concibe el gran deseo de llegar a ser sacerdote. Su padre, aunque buen cristiano, pone algunos obstáculos, que por fin son vencidos. El joven inicia sus estudios en el seminario, dejando las tareas del campo a las que hasta entonces se había dedicado.

Juan María continúa sus estudios sacerdotales en Verrières primero y después en el seminario mayor de Lyon. Todos sus superiores reconocen la admirable conducta del seminarista, pero..., falto de los necesarios conocimientos del latín, no saca ningún provecho de los estudios y, por fin, es despedido del seminario. Intenta entrar en los hermanos de las Escuelas Cristianas, sin lograrlo. La cosa parecía ya no tener solución ninguna cuando, de nuevo, se cruza en su camino un cura excepcional: el padre Balley, que había dirigido sus primeros estudios. El se presta a continuar preparándole, y consigue del vicario general, después de un par de años de estudios, su admisión a las órdenes. Por fin, el 13 de agosto de 1815, era ordenado sacerdote, a los 29 años. El Santo Cura se sentía feliz al lograr lo que durante tantos años anheló, y a fuerza de tantas privaciones, esfuerzos y humillaciones, había tenido que conseguir: el sacerdocio.

El 9 de febrero de 1818, San Juan María llegó a Ars. pueblecillo del que prácticamente no volverá a salir jamás.

Mientras no se inició la gran peregrinación a Ars, el cura pudo vivir enteramente consagrado a sus feligreses. Y así le vemos visitándoles casa por casa; atendiendo paternalmente a los niños y a los enfermos; empleando gran cantidad de dinero en la ampliación y embellecimiento de la iglesia; ayudando fraternalmente a sus compañeros de los pueblos vecinos. Es cierto que todo esto va acompañado de una vida de asombrosas penitencias, de intensísima oración, de caridad, en algunas ocasiones llevada hasta el extremo para con los pobres. Pero San Juan María no excede en esta primera parte de su vida del marco corriente en las actividades de un cura rural.

{adr}El Santo solía ayudar, con fraternal caridad, a sus compañeros en las misiones parroquiales que se organizaban en los pueblos de los alrededores. En todos ellos dejaba el Santo un gran renombre por su oración, su penitencia y su ejemplaridad. Era lógico que aquellos buenos campesinos recurrieran luego a él, al presentarse dificultades, o simplemente para confesarse y volver a recibir los buenos consejos que de sus labios habían escuchado. Este fue el comienzo de la célebre peregrinación de feligreses a Ars. Lo que al principio sólo era un fenómeno local, circunscrito casi a las diócesis de Lyon y Belley, luego fue tomando un vuelo cada vez mayor, de tal manera que llegó a hacerse célebre el cura de Ars en toda Francia y aún en Europa entera.

Con paz celestial, el jueves 4 de agosto de 1859, el Cura de Ars entregó su alma a Dios.

Lo canonizó el papa Pío XI el 31 de mayo de 1925, quien tres años más tarde, en 1928, lo nombró Patrono de los Párrocos. Su cuerpo se conserva incorrupto en la Basílica de Ars. Su fiesta se celebra el 4 de agosto.

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