La ex Terminal de Ómnibus de El Bajo es como una ciudad dentro de otra: los pasillos internos funcionan como peatonales, cada zona posee su propia denominación, los habitantes están organizados y eligen autoridades, la mayoría relata la historia del predio con orgullo y hasta hay una plaza con juegos para chicos. Esta urbe de una manzana de superficie aglutina 223 puestos. De ellos viven los ambulantes que dejaron de deambular.
Es inevitable que el aroma potente de las milanesas y de los choripanes despierte el apetito, a pesar de que sean recién las 10 de la mañana. Para escaparle al frío nada mejor que meterse en alguno de los pasillos, donde se exhiben desde zapatillas y camperas hasta skates de Toy Story, banderas de Atlético y de San Martín, productos para el hogar y alimentos, entre muchos otros productos que llegan, en algunos casos, desde La Salada o desde Bolivia. El movimiento arranca entre las 8 y las 9. La mayoría de los puestos permanece abierto hasta pasadas las 22 (incluso, algunos trabajan toda la noche).
En esta miniciudad el sector conocido como "El Playón" (sobre el pasaje Gómez) es el barrio ideal para comprar ropa. En cambio, "La Garita" (sobre 24 de Septiembre) parece un vecindario ecléctico: no sólo hay puestos de indumentaria, sino también quioscos y, detrás de los locales, varios bares en los que se puede comer un lomito a cualquier hora del día.
Como si fuese un reflejo en miniatura de San Miguel de Tucumán -donde muchas oficinas públicas se encuentran amontonadas en el centro- en el medio de la manzana se levanta el edificio en el que funcionan Transporte de la Municipalidad y Defensa Civil.
Como en toda ciudad hay internas, buenos y malos vecinos, sectores bulliciosos y otros más tranquilos. Pero los habitantes tienen algo en común: insisten en llamarse a sí mismos "ambulantes", aunque ya no pateen la calle para subsistir.
Fuente: lagaceta.com.ar