Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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Comunicación/Educación Popular en las prácticas sociales:

"Los jóvenes también pueden"

"Los jóvenes también pueden", es la denominación del grupo de jóvenes de entre 15 y 25 años de edad que desde barrio Villa Eumelia trabajan en pos de la promoción social a raíz de un proyecto que ejecuta la Dirección de Políticas Comunicacionales de la Secretaría de Desarrollo Social, desde el cruce de las prácticas de la comunicación y la educación popular. Luz Almada, autora de la iniciativa, junto a otros profesionales que representan a la Dirección de Asistencia y Autogestión Alimentaria y la organización no gubernamental Bienaventurados los Pobres, expusieron la experiencia en el marco de las “III Jornadas de Trabajo Social”, que se desarrollan en la Universidad Nacional de Catamarca.

Se trata de María Belén Piovano y Sebastián Pinetta respectivamente, quienes sumaron sus aportes profesionales a las prácticas y al marco teórico que sustenta la propuesta, concebida desde la línea ideológico-pragmática de Paulo Freire. “Desde el proyecto nos proponemos pensar a los jóvenes, como ciudadanos con capacidad en tanto agentes sociales, con capacidad de negociación con las instituciones y estructuras”, señalaron los autores de la ponencia al referir a la experiencia que se desarrolla desde mediados del año 2.005 a través de la denominación “Prácticas Comunicacionales de los jóvenes y su relación con la Pobreza, la Políticas y el Género”.
Según lo explicaron, el proyecto “surge ante la visualización de la falta de políticas públicas en relación a la juventud concebido como agente social participante, ante lo cual el equipo técnico de la Dirección de Políticas Comunicacionales se propuso la iniciativa”, que cuenta a su vez con los aportes de alumnas de la Licenciatura en Trabajo Social, que se dicta en la Universidad Nacional de Catamarca. En idéntico sentido se inserta la Asociación Civil Bienaventurados los Pobres en su calidad de institución asesora.

Conclusiones

El análisis que surge de la práctica concluye que al momento de comenzar la experiencia en terreno, los jóvenes “manifestaban descreimiento ante la posibilidad de constituirse como grupo, debido a que históricamente recibían visitas de diferentes actores (el Estado de manera asistencial o en épocas pre-eleccionarias, de personas de “que van a hacer caridad a los pobres” o de futuros profesionales que buscaban un espacio que les permita desarrollar su práctica para acceder al título, dificultando la posibilidad de conformación como organización social y como actor autónomo, independiente y autodeterminado”.
“Esto nos llevó a la necesidad de conocer y reconocer las prácticas socioculturales de nuestro interlocutor, un ser situado en una comunidad cultural, con una historia, con determinados saberes y prácticas, con modalidades particulares de expresar a través del lenguaje sus experiencias”. El trabajo continúa señalando que “a partir de estos aprendizajes y los datos recabados mediante un diagnóstico participativo se entendió que el proyecto debía ser una propuesta que apunte a la promoción y la construcción de ciudadanía, por lo que se asumió la educación/comunicación popular, que permita a su vez facilitar la creación de espacios de encuentros promoviendo el diálogo entre jóvenes, la reflexión sobre sus problemáticas y la creación conjunta de proyectos para la superación de necesidades desde un enfoque de género y la construcción de ciudadanía”.

En este sentido, nos planteamos como estrategias de intervención un proceso orientado a problematizar las relaciones históricas de poder, a partir del 4empoderamiento con y desde los sectores populares.
En este marco, el pensamiento de Freire nos mueve a pensar las estrategias de comunicación/educación desde otro sentido político trabando “con el otro” en la búsqueda de sus propias formas de organización, y no ya “para el otro” (lo que significaría trabajar “sobre” o “contra” el otro), parándonos no desde la posición de los portadores del- Conocimiento, sino como facilitadotes de instancias de construcción colectiva del saber.
A partir del abordaje del campo, se reconocieron en los jóvenes la existencia de estereotipos de género y de clase de los cuales son victimas y que terminan configurando su identidad tanto individual como colectiva.
Esto provoca vergüenza, y negación desde lo discursivo, de su identidad, su memoria y su territorio, que en muchos casos los inmoviliza y los condiciona a no tener una visión de futuro en la que puedan proyectar una trasformación de su propia realidad y la de su barrio potenciado por la estigmatización social y negación existente hacia quienes habitan la zona a tal punto que su barrio ni siquiera figura en los mapas de trazado urbano de la ciudad.
Esto, junto a sus prácticas de socialización dentro del barrio con otros jóvenes no asistentes al espacio, hizo que la convocatoria se tornara difícil y fluctuante dependiendo del tipo de actividad que se proponía desde el la coordinación.
La contradicción existente entre la necesidad del espacio, la no asistencia al mismo, el rechazo por las prácticas asistenciales, el descreimiento de los espacios propuestos por actores externos al barrio, demandas y rechazos, permitieron vislumbrar puntas de ciudadanía.
Esto nos llevó a promover problematizaciones que permitieran a los y las jóvenes el auto-re-conocimiento como sujetos con capacidades, habilidades y saberes, en tanto actores con la potencialidad y el conocimiento al interior de la comunidad que integran, como base para la organización y la acción colectiva resignificando su territorio entendido como sistema de relaciones.
El paso más importante en su re-construcción identitaria y organizativa, fue la conformación del grupo como un nuevo actor, distinto-

Del equipo técnico del proyecto. De tal manera se constituyeron como “Los Jóvenes También Pueden” , y determinaron un objetivo colectivo. Se plantearon la necesidad de un espacio común, en este caso una cancha, que les permitiese realizar actividades sin la necesidad de salirse de su barrio o tener que pagar para hacerlo. Con el tiempo, ese lugar que si bien aún no existe, se fue soñando como un ámbito que permitiese otras actividades comunitarias y/o culturales.
Así posicionados como dos actores diferentes, diferentes, independientes y autodeterminados, se planteó que el reconocer estas diferencias entre ambos nos permite, como dice Bourdieu “jugar con los asuntos en juegos” es decir “ conceder cierta igualdad de honor al otro, considerándolo capaz de jugar en el mismo juego”, lo que implica un postulado de reciprocidad.
Reconocer al otro, más allá de conocerlo, quiere decir que considero que el oreo es capaz de jugar en el “juego” que planteo, que puede ser activo y protagonista en mis acciones estratégicas”5
De esta manera el proyecto “Practicas Comunicacionales…………..” se convierte en un actor que acompaña los procesos autodeterminados del grupo “ Los J+jóvenes También Pueden”.
Esta postura asumida tanto del equipo técnico como de los jóvenes que integran el grupo, posibilitó que se constituyeran como un actor social, reconocido por otras organizaciones e instituciones gubernamentales y no gubernamentales tanto comunitarias, provinciales, nacionales y del exterior del país con quienes se articularon acciones más allá del equipo técnico.
Sin embargo, aún hoy están atravesados por los aprendizajes que histór
icamente han vivido. Existen tensiones entre reconocerse como un—

Actor diferente que decide el rumbo del proceso y el acostumbramiento a prácticas asistenciales paternalista.
Reconocemos que éste es un proceso incipiente, que está surgiendo y tiene sus contradicciones, pero entendemos que el camino iniciado sólo fue y es posible a partir de ir más allá de los parámetros de eficiencia y éxito que se demandan a este tipo de prácticas.
Requirió a su vez del equipo técnico, un proceso de problematización del sentido político de la practica social que, tal como se manifiesta cotidianamente desde las instituciones, intenta dar respuesta a lo coyuntural sobre lo estructural, naturalizando visiones de asistencia, no sólo en las y los actores beneficiarios sino en el tipo y manera de intervención profesional. En consecuencia, se potencia la promoción de estas prácticas como fin en sí mismas por sobre la promoción social en busca de la autonomía y empoderamiento de las y los actores sociales.
Así el rol técnico imposibilita el surgimiento de nuevos actores capaces de ejercer ciudadana desde la autonomía y la autodeterminación.
Pensar un proceso desde la educación/comunicación popular nos interpela a interactuar con actores que –más allá de las diferencias objetivas existentes-asuman un rol protagónico como actor social independiente y autogestionario que guíe el sentido de la práctica.
El actuar de las y los técnicos/as debe tender a generar espacios e encuentro, reconocimiento y reconstrucción de la identidad y la memoria de aquellos que por las circunstancias sociales, económicas y culturales, han sido históricamente negados del acceso a los recursos sociales, simbólicos y materiales que la sociedad ofrece- naturalizándose esa situación de exclusión- y ponerse en juego en esos espacios, no como guía sino como un actor diferente, que tiene otras cosas para aportar a la construcción colectiva.


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