“Mi mamá cuando llegué me comentó que se quisieron comer uno de los cadáveres”, expuso Maximiliano, el hijo de Gilda.
“No sabemos qué hacer porque llamamos a la Asociacion Protectora de Animales y no vino nadie”, agregó. Los vecinos llamaron a la Policía y al notar esa situación, los hombres se dieron a la fuga del lugar.
Posteriormente, llegó la presidenta de la Asociación Protectora de Animales, Silvia Meyer quien asistió a uno de los animales que se encontraba con el cuello torcido. "Hay dos que los vamos a llevar al veterinario", informó.
"El hambre no es tal como para comer perros. Es una locura decir eso", acusó la mujer.
Fuente: fenix951.com.ar