Catamarca
Jueves 25 de Abril de 2024
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Maggiori: "Los libros ya no cambian el curso de la historia"

En Poesía estupefaciente, el escritor Germán Maggiori retorna a un universo de desclasados, ladrones, prostitutas de lujo, policías corruptos, drogadictos y vividores que pueblan doce cuentos no aptos para paladares sensibles a las emociones fuertes pero hipnotizados por personajes capaces de canalizar su agresión por vías poco convencionales, con los más diversos resultados.
El libro, publicado por el sello Milena Caserola, pasó casi desapercibido después de un debut notable, la novela Entre hombres, que retrataba con una frialdad quirúrgica las atrocidades posibles de las que ciertos personajes hacen usufructo por una noche de diversión o por un negocio oscuro.

Maggiori nació en 1971 en Lomas de Zamora; es graduado en odontología y hace muy pocos días firmó contrato para publicar por la casa Edhasa, no sólo su primera novela (sobre la que advirtió Ricardo Piglia) sino las obras por venir, algunas en curso, otras cerca del punto final.

El supuesto cinismo que retrata el escritor incuba una moral de la vergüenza y el coraje que no están inmunizados contra el pánico ni la culpa. Por momentos, sus personajes se acercan al "perfil" del mafioso pobre, respetuoso con los niños, con ciertas mujeres pero implacable con los rivales.

Este es el diálogo que sostuvo con Télam.

- T: Entre hombres es una de las mejores novelas "policiales" de los 90. A mi juicio, por el idiolecto que usan los personajes. ¿Qué pensás al respecto?
- M: Cuando escribí ese libro pasaba mucho tiempo en la calle, salía mucho de noche, quizá demasiado, y a veces terminaba enroscándome con tipos medio pesados, que tenían un idioma propio, fascinante, que yo no encontraba estuviera reflejado en los libros que se leían entonces. Está bien eso que decís, creo que si esa novela tiene alguna virtud es la apropiación de esa voz salvaje (y para mí, encantadora) de los bajos fondos.

- T: Supongo que tu pasión por la literatura es anterior a la odontología, pero existe una leyenda negra que sostiene que en el fondo de algunos odontólogos se esconde una pulsión asesina.
- M: Creo que la mala fama de los dentistas está justificada; nadie sin una cuota moderada de sadismo podría ejercer esta profesión. Hay también un componente extra, más ligado a la violencia que provoca la experiencia, que es la que alimenta esas fantasías. En la facultad te enseñan que extraer una pieza dentaria se asocia inconscientemente a una castración. Entonces supongo que si estás enfrente de alguien que te hace sentir como si te fuera a cortar los huevos, lo menos que pensás es que es un "psico", pero excepto Barreda y otros pocos, la mayoría convive con su bestia en paz.

-T: ¿Cómo armaste el libro que acaba de publicarse, que no abandona los sótanos de la existencia?
-M: Son cuentos que fui juntando a lo largo del tiempo; algunos salieron en antologías; otros forman parte de novelas sobre las que todavía estoy laburando. Y todos tienen, en alguna medida, un anclaje en la experiencia personal: ese es el punto de partida, el disparador, como casi todo lo que escribo.

-T: ¿Por qué no los publicaste antes?
-M: En su momento se los mandé a (Guillermo) Schavelzon, que entonces era mi agente, pero no los quiso publicar, así que los terminé presentando en el concurso del Fondo Nacional de las Artes y me dieron un premio. Después estuve pariendo otro año hasta que gracias a la ayuda de (Ana María) Shua y de Elsa Drucaroff, conseguí editor.

- T: La atmósfera recuerda a los libros de Jim Thompson. De los escritores argentinos, ¿cuáles te interesan, y cuál es tu opinión sobre Thompson?
- M: Me gusta mucho Thompson. Lo que me liga a él, creo, es esa especie de simpatía por los personajes truculentos y desalmados; el plan neurótico, como dice (James) Ellroy. También me gusta el otro Thompson, Hunter S., y a veces se me nota. Con respecto a los argentinos, seguro le debo mucho a (Roberto) Arlt, a (Rodolfo) Walsh y a Piglia. Siempre ando leyéndolos y releyéndolos, pero hay muchos autores que me interesan; trato de leer a los de mi generación también; hay cantidad y muy buenos: Marcos Herrera, Jorge Consiglio, Mariana Enríquez, Carlos Busqued, Natalia Moret; una camada de pibes que vienen haciendo cosas muy interesantes.

- T: La visión de la "condición humana" que se desprende de tus libros es más bien pesimista. El mundo es un lugar espantoso donde se sobrevive, ¿no?
- M: Es una pregunta rara. La literatura que me interesa es la que da cuenta del horror en el que vivimos inmersos. El resto es autoayuda. En ninguno de los dos casos creo que tenga una utilidad o sea un instrumento o causa de nada. Los libros pueden cambiar la vida de ciertos individuos pero ya no cambian el curso de la historia, no hay futuro para nosotros.

Fuente: Télam

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