Asimismo, enfatizó que “este sacramento nos impulsa a trabajar con Cristo en su tarea de añadir nuevos miembros a su Cuerpo Místico, y de hacer más fervorosos a los que ya lo son. Nuestras palabras y nuestras acciones ya no se orientan sólo a nuestra personal santificación, van además a hacer que la verdad de Cristo se haga real y viva en quienes nos rodean, especialmente en nuestra familia. El cristiano confirmado se lanza gozoso al cumplimiento de su vocación. Fuerte en la fe y lleno de ardiente amor por el prójimo que nace de su amor a Cristo. Experimenta una inquieta búsqueda de hacer algo que valga la pena, algo que contribuya a que todos seamos felices buscando que Dios habite en nuestras vidas”.
Al finalizar la predicación, el P. Bulacio invitó a los catequistas a encender la velas de los confirmandos para renovar las promesas bautismales y rezar del Credo Niceno Constantinopolitano en comunión con toda la Iglesia en este Año de la Fe, resaltando que la luz de Cristo es fuente de vida, es alegría, es la luz de la fe.
Un momento muy emotivo de la celebración fue la imposición de las manos y la unción con el Santo Crisma de los 102 confirmandos, donde la alegría de los niños, jóvenes y adultos se unían a las lágrimas de los numerosos familiares que colmaron el templo parroquial.
Antes de finalizar la celebración, el Padre Julio Quiroga del Pino transmitió el saludo del Señor Obispo, para toda la comunidad, especialmente para los que recibieron el Sacramento de la Confirmación, y concluyó diciendo que a partir de este momento tendrán la misión de dar testimonio de la verdad y ser fermento de santidad en el mundo. Nada puede alegrar más nuestra vida que mostrar la sonrisa de la salvación. Ninguna actitud puede traer más regocijo que compartir las bendiciones recibidas de nuestro Señor.