"Hemos incorporado una cantidad de piezas, algunas emocionan, como el capote, el falucho (sombrero), el catre y escritorio de campaña", menciona la autora de "Margarita Weild y el general Paz", "Las aventuras de Sarmiento", "Sarmiento, maestro del éxito", "Aurelia Vélez, la mujer que amó a Sarmiento", "Los amores de Yrigoyen" y "Las mujeres de Perón".
Entre otros objetos destacan un retrato del general San Martín (Daguerrotipo, París 1848); diversas medallas (por la batalla de Baylén, la de Chacabuco, la de Maipú); una chaqueta de gala que perteneció al general Simón Bolívar y una caja de madera de roble para transportar el brasero, el mate y el yesquero.
También un par de chifles, espuelas y estribos peruanos, utilizados por el Libertador en sus campañas de Chile y Perú; así como un tintero y un sello del Tribunal de la Santa Inquisición de Lima; un poncho mapuche regalado por los indios al considerarlo un cacique y el óleo sobre tela "Revista de Rancagua" (Blanes), sobre el cual las restauradoras daban los últimos retoques.
En el pequeño espacio siguiente, se encuentra como siempre la célebre bandera de Macha, que según algunos especialistas, pudo haber sido la primera con tres franjas horizontales cuya disposición de colores es blanco-celeste-blanco.
Al material de la sala "lo acompañamos con frases textuales de San Martín en las paredes, extraídas de cartas, disposiciones o comunicaciones diversas. De tal manera, sus objetos -en sí documentos- van de la mano de otros documentos: su propia palabra. Por eso la exposición se llama ´de puño y letra´", subraya Bellota.
"Buscamos reflejar el pensamiento de San Martín, alejarnos un poco de esa visión restringida del militar heroico y rescatar valoraciones suyas (de los indios, los negros, las mujeres), su pensamiento latinoamericano, su preocupación por los presos (se queja de que coman una vez por día). No son muchas frases, al que le interese hay en la sala dos pantallas táctiles para despejar dudas", agrega
En el pasillo central se inaugurará también un San Martín que habla, de forma interactiva -una creación de Roberto De Biase, con una imagen de daguerrotipo- que contesta las preguntas de los visitantes, "el que le da voz es un empleado del museo, Diego Ruiz, que sabe muchísimo. El propio general dejó un registro de todo lo que hizo, menos del encuentro en Guayaquil con Bolívar", dice la directora y precisa que funcionará los viernes y sábados.
Con esta nueva sala, prosigue el trabajo emprendido por la gestión de Bellota -ex directora del Complejo Museográfico Enrique Udaondo, en Luján-, quien en abril se hizo cargo de la dirección del Museo Histórico Nacional, fundado en 1889.
Haciendo un repaso de lo realizado hasta ahora, que incluye un reordenamiento de las piezas que integraban el espacio "Tesoros del museo", Bellota señala la inclusión de "una cierta lógica histórica para no dejar afuera a los colegios, ya que se retomaron las visitas guiadas".
En el piso de abajo se acondicionó otra sala de carácter pedagógico que parece un museo viejo para las visitas guiadas: "Tiene piezas históricas no relevantes cuyo objetivo es identificar distintos períodos o hechos, les damos cartoncitos a los alumnos y ellos tienen que subir y decir en que lugar pondrían las piezas".
"Y trabajamos en una guía a los docentes, una cartilla para que los alumnos sepan con anterioridad a la visita de que se trata el museo. Posteriormente pensamos hacer otra para que se lleven a la escuela", comenta la directora.
A su juicio, "un museo debe acompañar la curricula educativa, por eso me parece mejor un recorrido cronológico, con mayor contenido, agregando todo lo que la historia liberal dejó afuera".
Apenas aterrizada en el Museo, Bellota armó la sala de los pianos, entre los que se encuentra el de Mariquita Sánchez de Thompson, inaugurada para el centenario del Himno.
"La idea es conformar todo el guión historiográfico -adelanta-, hay que partir de los pueblos originarios, la conquista, invasiones inglesas, revolución de Mayo y así sucesivamente".
Para el 9 de Julio, ejemplifica, "inauguramos una miniexposición de la independencia y expusimos una pieza única: la tarja, una especie de escudo, regalado por las mujeres del Potosí a Belgrano en 1812 en agradecimiento a su lucha".
Para Bellota "es necesario tener un criterio de la independencia, pero de las dos independencias -aclara-, una la de 1815 sancionada por los pueblos libres bajo Artigas con la participación de Misiones, Corrientes, Entre Ríos, la Banda Oriental, Santa Fe y Córdoba; otra la de Tucumán, votada en 1816 bajo el liderazgo de Buenos Aires".
Por esta razón, "pusimos una copia del cuadro de Blanes que tenemos aquí de Artigas, que es tradicional, y ahora vamos con la sala ´San Martín de puño y letra´, el prócer insigne de este museo".
Fuente: Télam
