El Tribunal Oral en lo Criminal (TOC) 5 de Capital Federal consideró a Carlos Duarte (37) y Maximiliano Barrios Merelles (26) coautores de los delitos de "robo en concurso real con homicidio calificado criminis causa", es decir, matar para ocultar otro delito y lograr la impunidad.
Tanto el fiscal como la querella dieron por acreditado que Duarte y Barrios Merelles, aprovechando que realizaban tareas de pintura en el edificio, entraron a robar al departamento de Frydman (34) y la odontóloga llegó de imprevisto, los sorprendió y fue brutalmente golpeada y luego asesinada para que no los delatara.
Para ambas partes acusadoras, la prueba clave del caso fue un informe de la compañía telefónica que acreditó que dos días después del crimen el celular Motorola V-3 robado a la odontóloga durante el crimen fue activado con el chip de la línea de celular del albañil Barrios Merelles.
En su descargo ante los jueces Rafael Oliden, Fátima Ruiz López y Adrián Pérez Lance, el albañil dijo que lo había encontrado tirado en el palier del noveno piso y se lo llevó para regalárselo a su mamá.
El fiscal explicó en su alegato que entre los cuatro o cinco pintores que trabajaban en forma simultánea en el edificio de la calle Quesada 2248, justamente fueron Duarte y Barrios Merelles los que durante tres o cuatro días pintaron el balcón del 9 "A”, donde vivía la víctima.
"Tuvieron tiempo suficiente para estudiar los horarios de la víctima y para conocer que el mecanismo de cierre de la hoja derecha del ventanal estaba roto y se abría con un dedo”, explicó González Warcalde.
Según quedó acreditado en la causa, nadie forzó la puerta de entrada, nadie más allá del padre de Frydman tenía llaves del departamento y por lo tanto, los investigadores determinaron que los asesinos ingresaron descolgándose desde la terraza –Frydman vivía en el último piso-, y por ese ventanal que tenía roto el pestillo para trabarlo.
"Era muy fácil robar. Iba a salir bien, pero se cruzaron con el cambio de horario de la pobre Mariela Frydman”, dijo el fiscal mirando a los imputados durante el alegato.
El abogado querellante Ponce explicó en que aquel 26 de noviembre de 2007, Mariela "cambió su rutina”, porque en vez de ir a terapia entre las 12 y las 13 y de allí directamente a su consultorio odontológico en La Lucila, estuvo con su psicóloga entre las 13 y las 14 y recién a las 16 tenía a su primer paciente.
"Mariela tuvo un tiempo libre y llegó a su casa a cambiarse alrededor de las 14.30. Dejó el llavero en la mesa. Ingresó al dormitorio y allí se encontró con la gente. Trató de escapar y la atraparon en la puerta, donde quedó una de sus zapatillas”, señaló Ponce.
El abogado explicó que por las excelentes condiciones físicas de Frydman –recordó que practicaba deporte de aventura e incluso "cruzó los Andes”-, debían ser dos los atacantes.
”Mientras uno la golpeaba, el otro la cortaba con el cuchillo”, dijo, basándose en las heridas defensivas que la víctima presentaba en los antebrazos.
"Sabían que la iban a matar y por eso peleó hasta morir”, comentó sobre la pelea el fiscal González Warcalde, recordando una frase que dijo en el juicio un detective de la División Homicidios.
"Mariela fue desmayada, atada de pies y manos en la bañadera y posteriormente se decidió que debía morir. Es un hecho inhumano pero no pasional”, agregó el querellante.
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