Al término de la proclamación del Evangelio, las jóvenes hicieron su profesión religiosa.
Como parte del rito, la Hna. Zulma se postró totalmente, mientras todos los presentes entonaban la letanía de los Santos. Luego hizo esta profesión : “ …impulsada por la firme voluntad de consagrarme más íntimamente a Dios y de seguir más de cerca a Cristo durante toda mi vida, prometo y hago votos para siempre, de castidad, pobreza y obediencia, según las Constituciones de las Hermanas Misioneras Catequistas de Cristo Rey, en tus manos Reverenda Madre General Lucila Aveiro Centurión y en su presencia Mons. Luis Urbanč, ante las hermanas aquí presentes, y me entrego de todo corazón a esta Familia Religiosa, para que, por la gracia del Espíritu Santo y con la ayuda de la Virgen María, pueda tender a la caridad perfecta, para gloria de Dios, al servicio de la Iglesia”.
Previamente, la Hna. Isabel había hecho sus votos de castidad, pobreza y obediencia, por tres años, con idéntica fórmula a la expresada por la Hna. Zulma.
Al término de la Misa, Mons. Urbanč invitó a todos los presentes a rezar la Consagración a la Santísima Virgen, pidiendo especialmente por las jovencitas que hicieron su profesión religiosa y por los seminaristas de la Diócesis.
La vida consagrada dentro de la Iglesia es un signo y anticipo de la vida Eterna, expresa con mayor plenitud la consagración del bautismo y vive intensamente en el Amor que es su ideal.