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"¿Qué pasó? ¡Díganme por qué se matan nuestros jóvenes!"

En el cercano pueblo de El Naranjo fue hallado el cuerpo de un adolescente de 13 años.

(DIARIOC, 22/06/2010) ROSARIO DE LA FRONTERA (De nuestra enviada especial, Irene Benito).- Apiñados y cabizbajos, los amigos y primos de G.G. se consuelan mutuamente en la vereda de Antigua Casa Pons, empresa de sepelios de Rosario de la Frontera. "No sabemos qué le pasó, estuvimos jugando con él a la pelota unas horas antes de que se ahorcase. Si estaba mal, no lo notamos", comenta un adolescente con los ojos llorosos. Otro chico lo releva en el relato: "por la tarde, su papá le pidió que fuese a pillar un caballo; como se demoraba, su mamá fue a buscarlo y lo encontró colgado de un algarrobo".
No hay un porqué. T.S., la abuela materna de G.G. (de apenas 13 años), sólo tiene preguntas: "¿Qué pasó? ¡Díganme por qué se matan nuestros jóvenes!". Su congoja parece infinita. En esa desesperación, evoca al nieto como un "changuito" listo y tranquilo. El cuarto de siete hermanos vivía en el campo con su familia; iba a séptimo grado y le gustaba poco la escuela. "Pero, sabe, era educadito. Y quizá también algo miedoso", apunta la abuela.
El quinto suicidio desde abril ocurrió en El Naranjo, un pueblo ubicado a 17 kilómetros de Rosario de la Frontera. El entorno de G.G. nunca imaginó su desenlace. "Era un niño de campo. En su casa apenas había un celular: nada de internet ni de videojuegos", afirma M.J., el abuelo paterno. Su mujer conjetura: "quizá sacó la idea de la radio y la televisión, que estuvieron con los suicidios toda la semana".

Final infausto
El fallecimiento de G.G. cierra el crítico fin de semana largo salteño con el remate más temido. "Es un impacto inmenso para la comunidad, pero, sobre todo, para los que estamos trabajando en la crisis", ha afirmado la licenciada Claudia Román Ru, secretaria de Salud Mental del Gobierno salteño y organizadora del comité de emergencia que actúa en Rosario desde hace una semana.
La angustia colectiva de diez días atrás había cedido hasta transformarse en un estado de relativa calma. La serie de suicidios parecía haberse detenido el 10 de junio, cuando murió una alumna de 14 años de la Escuela de Comercio Nuestra Señora del Rosario. Padres de estudiantes y docentes de esta institución -donde concurrían tres de los que se quitaron la vida- habían comentado a este diario que el receso (comenzó el miércoles, con el acto por el Día de Güemes) podía ser contraproducente para el desarrollo de una tragedia que algunos vinculan con el deterioro pronunciado de las familias rosarinas.
"Las escuelas son los únicos espacios de contención para muchos estudiantes que están solos", comentó el pedagogo rosarino Sergio Dinoto a LA GACETA.
La recuperación parece más difícil sin las clases: el comité de emergencia, que entre sus objetivos originales tenía previsto organizar actividades recreativas, se ocupó casi exclusivamente de brindar contención psicológica a los familiares de los fallecidos y a los chicos que intentaron suicidarse.
Fuentes del Hospital Melchora Figueroa de Cornejo calculan que hubo alrededor de 25 casos de ese tipo en los últimos dos meses.
El comité justificó la falta de propuestas para el tiempo libre en que la sociedad aún estaba de luto y que su misión era apoyar las iniciativas de los ciudadanos, no reemplazarlos. De los mismos compañeros de F.G., la primera adolescente que se suicidó, surgió la idea de organizar una marcha el pasado viernes. Esa actividad, y las misas y oraciones comunitarias del fin de semana canalizaron la inquietud de los rosarinos, que el sábado por la tarde recibieron la visita del gobernador Juan Manuel Urtubey.
"La problemática de los suicidios responde a una lógica psicológica y no social", apuntó el mandatario tras escuchar a los miembros del comité de emergencia. Urtubey, que aseguró que el Estado colaborará en todo lo que esté a su alcance, explicó que las escuelas rosarinas no tienen gabinete psicológico porque "no hay profesionales en el lugar". Y añadió: "el gabinete es útil, pero no garantiza que no habrá muertes".
Sin proyecto de gabinete y con un nuevo deceso, otra semana comienza en la castigada y entristecida Rosario de la Frontera. Y no es precisamente halagueña. Hay mucho trabajo por delante. "Estábamos muy concentrados en la ciudad, pero, con lo que pasó en El Naranjo, ahora sabemos que tenemos que atender también a las zonas aledañas", apunta Román Ru.
La abuela de G.G., además de prevención, quiere saber qué ocurre. "Hay que descubrir la raíz, algo que explique esta desgracia", suplica ante un puñado de amiguitos de su nieto que la escruta con estupor.

Fuente: lagaceta.com.ar


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