Las celebraciones incluyen la publicación de una nueva edición del Diccionario RAE y reedición de su historia, donde Alonso Zamora Vicente da cuenta de una de las demandas sociales menos atendidas por la corporación: la admisión de mujeres.
"El diagnóstico de lo que pasó es obvio y tiene nombres concretos y episodios poco airosos", señaló Villanueva, secretario de la RAE.
Aparte del caso excepcional de María Isidra de Guzmán, admitida como académica honoraria en 1784, el primer intento serio lo protagonizó a mediados del siglo XIX la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda, "la primera escritora que se presentó ella misma para ser académica".
Aunque muy respetada en círculos literarios, su "comedida y respetuosa" petición -"alejada de la presunción y falsa modestia de muchas gentes de letras"- fue denegada por los académicos que reflejaban fielmente su tiempo y no aprobaban que una mujer ocupara espacios de decisión, reflexión y pensamiento.
"Esto provocó una reacción totalmente injusta, que sentó la base de una norma no escrita: en la REA no había plazas para mujeres, una ley que recayó en 1912 sobre Emilia Pardo Bazán, conocida y celada por su mal genio y su vínculo sentimental con Pérez Galdós y Lázaro Galdiano, a quien le respondieron sic: «No hay sitio para señoras»", repasó Villanueva.
Fuente: Télam