Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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Recuerdan a la artista Mariana Schapiro

Viviana Ponieman

Varios homenajes a la artista Mariana Schapiro, fallecida en 2006, se realizarán en el Museo de Bellas Artes de Tandil y en el Museo Judío de Buenos Aires, con una agenda de actividades que incluye muestras, una charla de sus compañeros docentes del IUNA y un libro como tributo a su vida y su obra.
Mariana Schapiro (1959-2006) termina la escuela de Bellas Artes y en 1982 participa del premio ESSO con la escultura "Figuras emergentes", dos cuerpos tamaño natural cubiertos por telas mojadas, como flotando. Comienza así su primera obra "con intención" haciendo entrar la realidad de nuestra historia.

Hacia mediados de los80, apartir de los talleres abiertos enla Cárcova, cursa con los maestros Juan Carlos Distéfano y María Juana Heras Velazco, y después concurre al taller de Rocha de Jorge Mitchell, donde emprende la talla directa en piedra, un desafío donde el cuerpo se mide con los materiales, del que sale airosa tanto en la resolución estética como en la cuestión de género.

Desde finales de la dictadura se refugia en el taller de Ernesto Pesce, con quien estudia dibujo y se convierte en su compañera. Vivieron juntos hasta su partida, tuvieron dos hijos en un hogar integrado a los talleres donde la vida cotidiana, el trabajo creativo y la docencia convivían naturalmente.

Es por esto que la directora del MUMBAT, Indiana Gnocchi, que desde hace 8 años impulsa este museo municipal con inteligencia y pasión por lo que logra convocar a muchos artistas reconocidos, propuso un homenaje a través del juego entre la serie de pinturas cósmicas de Ernesto, y un conjunto de obras representativas de la trayectoria de Mariana. Surge así una nueva mirada entre las obras de la pareja.

En cada montaje y cada espacio de exposición se proponen nuevas lecturas y eso se pudo ver en el recorrido de las salas de Tandil, donde de algún modo las cosmogonías y extrañas cartografías de Pesce le abren, a manera de guía estelar, los cielos nocturnos a su amada Mariana.

Como testigos, su hijo Julián, que expone algunos dibujos de tinta, y nosotros los espectadores, invitados a espiar la conversación y la entrega de esta pareja de artistas en estos "Diálogos del alma".

En tanto, en el Museo Judío se presentan obras de menor tamaño pero que dan cuenta del derrotero llevado adelante por la escultora, sus procesos, sus etapas, sus bocetos, los pequeños bronces llenos de humor y la maqueta del monumento a las víctimas del atentado ala Amia, ganadora del concurso y cuya obra está emplazada enla Tablada.

También se puede ver en las vitrinas el libro de artista que Schapiro encaró cuando en 2005 le pintaron la puerta de la casa con leyendas antisemitas como "aquí vive una judía, no la queremos en el barrio" (sic).

Mariana, que no era de esconderse, como buena artista primero comunicó el incidente con una foto a sus amigos y colegas, y ante las abrumadoras respuestas de apoyo, genuina indignación y rebote en la prensa creó un libro de artista en caja negra: " El monstruo de mi barrio".

El martes pasado sus colegas de catedra en el IUNA Carola Zech, Cristina Tomsig y Edgardo Madanes ofrecieron a manera de tributo un audiovisual y una charla acerca de su producción y su actividad docente.

En el marco de esta exposición, se presentan 25 piezas de la colección Pesce correspondientes a las series Lágrimas, Puentes y Laberintos, el libro de artista antes citado de la colección Tiny y Juan Cambiaso y una selección de la serie Judaica.

Parte de su vida y su obra se puede ver al recorrer las muestras y en el hermoso libro de la colección Fundación Vittal, con testimonios de María Teresa Constantín, Distéfano, Heras Velazco y Sandra Russo, diseñado por Juan Cavallero, concebido por Mariana pero que se tuvo que terminar sin ella.

A través de las páginas de esta cuidada edición, se percibe tanto la evolución y desarrollo de su trabajo, como el devenir de su pensamiento en la génesis y el fluir de sus ideas.

Se trata de un libro que se abre para descubrir a la escultora, no como deseo póstumo sino como una presencia continua, donde se observa su intención de abordar el paisaje en códigos escultóricos, ya que es un tema propio de la pintura y también se puede reconocer de qué forma hasta las obras más abstractas cobran calidez a partir del título, como en la pieza de chapa "Solo abraza lo que fluye" de 2004.

La presencia del agua acompaña su producción, desde "la multiplicación de los peces" en 1994, donde conjuga la historia personal y los relatos bíblicos, una historia colectiva que deviene en transportable, una valija donde llevar el paisaje, que es recuerdo, hasta sus últimas esculturas acostadas, donde trabaja la horizontalidad y el contraste, en un tronco que flota, pálida madera apenas pulida, el árbol en carne viva, suave como un cuerpo desnudo, cobijado por las olas, que son ondas verticales de placas de madera industrial.

Una enorme imagen para una metáfora múltiple, en "El mar que lo trae", por el que Schapiro recibió el primer premio del Salón Nacional, con la cabeza rapada donde se dibujaba una estrella y unos aros verdes y enormes como su sonrisa.

"El mar que lo envuelve" es la otra escultura, que terminó de diseñar y corregir desde la cama de su internación final, como si hubiera construido una balsa para poder hacer su último viaje abrazada a ese tronco, y así poder volver con la marea.

"En su vida tuvo que enfrentar en varias ocasiones al Minotauro, muchas veces lo venció con su fuerza inagotable, otras lo apaciguó con su bella sonrisa o una intensa mirada de sus ojos de gato", dice Ernesto.

Mientras recurre a los laberintos de Mariana, piezas que a su vez citan a Marechal: "Cuando el laberinto de la vida no le dejó alternativa, salió por arriba, tan arriba que nuestro hijo Lautaro dijo que su mamá se había ido a la estrella del medio de "Las tres Marías", en la constelación de Orión".

Su obra y su sonrisa franca dan cuenta de su compromiso con el arte y con los otros, en tanto comunidad, de la creación como memoria colectiva y como una celebración constante de la vida, que la puso a prueba en su propio cuerpo intervenido por la enfermedad.

Adversidad a la que Mariana combatió con sus manos que amasaban la esperanza, y taladraban el miedo, manos que sumergía en el agua del dolor, mientras enhebraba lágrimas, para rescatar la memoria en el tiempo.

La artista Mariana Schapiro nos deja la huella de su espíritu valeroso, en sus trabajos que son una apuesta continua al arte, el humor y la poesía.

La exhibición en el Museo Judío en Libertad 769 se puede ver hasta el 11 de noviembre que estará abierto en "La noche de los museos".


Fuente: Télam

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