Catamarca
Viernes 26 de Abril de 2024
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Reflexión en Cuaresma

La Cuaresma es la oportunidad de mirar a nuestras vidas, encontrar las zonas desérticas y crecer en la esperanza de que el desierto puede florecer.
(DIARIOC, 16/03/2010)La Cuaresma es tu tiempo con Dios. Tiempo para desnudarte de tus afanes; de revisar tu vida; de adquirir el equilibrio cristiano; de rehabilitarte con fuerza y el optimismo de Dios. Es el camino a la Pascua de liberación con Cristo. La Cuaresma es tu tiempo con Dios. Aprovecha este tiempo, en que el fuerte llama a la guerra, tú a rezar por la paz.

La vida del materialismo consumista nos ha llevado a menospreciar los valores del Reino, a disociar la fe de la vida, a olvidar que el hombre no sólo vive de pan sino de toda Palabra que sale de la boca de Dios (cf. Mt 4,3-4). En el fondo es la lucha del "SER" SOBRE EL"TENER".

EL "tener" nos lleva a la insolidaridad que se niega a compartir, nos convierte en limosneros en lugar de ser promotores del reparto de bienes y desarrolladores de dones y carismas. Nos lleva a la frustración existencial ante las nuevas necesidades creadas artificialmente. El "tener" subordina las personas a los intereses mezquinos. Nos lleva a la desintegración total de nuestra existencia.

El "ser" es fundamentarse en la acción de Dios que nos creó. Básicamente es vivir en amor. Acercarse al hermano para tenderle una mano en su necesidad. Es considerar al otro, no como objeto de exploración, sino como parte del proyecto de Dios y ese proyecto será incompleto si no uno mi "ser" al "ser" de mi hermano como realidad inseparable de mi existencia.

La cuaresma es tu tiempo para conocer el proyecto de Dios, que en Cristo "trasforma nuestra condición humilde según el modelo de su condición divina" (cf. Flp 2,5-7; 3,20-21); por eso, la cuaresma es tiempo de gracia para hacer un alto en el camino y preguntarte a dónde vas, con quién caminas, cómo andas y para qué vives.

La oración es tu fuerza liberadora. Ahí escucharás las palabras del Señor, “si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y que me siga” (Lc 9,23)

“Quien pierda su vida por mí, la salvará” (Lc 9,23). Orar no es hablar de Dios sino hablar con Dios. Alábalo y glorifícalo y pídele que sepamos recibir sus bendiciones. Tu oración principal será participar en la Santa Misa. Escucha la Palabra y luego comulga con la Palabra.

Para poder orar con confianza, confiesa tus pecados en el sacramento de la Reconciliación o confesión. Si reconoces tu pecado y pides perdón, habrás abierto la puerta de la sanación interior. Tras tu confesión vive reconciliado con tu hermano. Purificado de tu pecado crecerán en ti los sentimientos de fraternidad, paz, amor, alegría y generosidad.

Todos buscamos una sociedad más justa, pero esperamos que el otro cambie. La realidad es que el mal está dentro ti y dentro de mí. Si tú y yo no aceptamos esto, nada cambiará ni dentro ni fuera de ti y de mí. Pero si tú cambias y yo cambio, habremos encontrado la llave que abrirá muchas puertas por las que podrán entrar y salir innumerables hermanos.

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